Carta a la hermana
Estoy tumbado en la cama y me doy cuenta de que es 5 de mayo. Me
doy cuenta que desde el 20 de abril estoy intentando ir de principio a fin en
todo aquello que he creído necesario para encontrar a mi hermana. Tomo
conciencia de que ya han pasado 30 días desde la última vez que mi hermana fue
vista y no estoy seguro de si pienso en mi hermana lo suficiente. Por supuesto
que hablo de mi hermana, la describo y cito sus palabras pero no es lo mismo.
Cuando yo como, pienso ¿dónde estará comiendo ella? Cuando yo duermo, pienso
¿dónde estará durmiendo ella? Cuando la gente se preocupa por mí y me cuida,
pienso ¿estará ella a salvo? ¿Estará herida? ¿Se estará ella preguntando por
qué no he ayudado en su búsqueda?
Mi hermana y yo no nos criamos juntos pero en mi etapa de
adolescente tuvimos mucho contacto y nos conocimos muy bien. Nadie llegó a
comprendernos a ninguno de los dos, pero eso no nos importó porque sabíamos
que, por lo menos, había una persona que sí lo hacía.Cuando uno tenía un
problema ahí estaba el otro para ayudarle. Nadie me conoce mejor que mi hermana
y nadie conocía a mi hermana mejor que yo. Mi hermana siempre me apoyó sin
importarle si estaba bien o mal, si era acertado o estúpido lo que quería
hacer.
Estoy cansado de preocuparme de otras cosas y quizás por eso
estoy escribiendo estas líneas. Simplemente quiero pasar algún tiempo
preocupándome por mi hermana.
Cedric Thiem
"Estamos tratando de juntar todas las piezas del puzzle",
declaró a EL MUNDO Cedric Thiem, que llegó a España el pasado día 20 de abril
para poner la denuncia de la desaparición y aún continúa en el país. Pero las
piezas no encajan todavía.
Denise es una mujer de 40 años, mide 1,60 y pesa entre 50 y 53
kilos. Tiene el pelo largo, moreno y liso, los ojos oscuros y negros, las
orejas pequeñas. Y tiene un tatuaje en el tronco posterior. Sus últimos pasos
la llevaron del Hotel Suero de Quiñones, en Hospital de Órbigo (León) al
albergue de San Javier, en Astorga. De ahí se esfumó.
Su idea era llegar a Santiago y regresar a su casa de Phoenix,
después de dos meses viajando por el mundo. Se comunicaba con su hermano cada
dos días, para decirle que todo estaba bien. Hasta que dejó de hacerlo y
saltaron todas las alarmas. Un mes después siguen encendidas.
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