Carlos Gardel tuvo esa infancia castigada por la adversidad que parece
caracterizar a todo héroe arrabalero y triunfador. Su madre, Bèrthe Gardès,
nunca llegó a saber con exactitud quién era el padre de aquel hijo nacido el 11
de diciembre de 1890 en el hospital de La Grave (Toulouse) y bautizado con el
nombre de Charles Romualdo, si bien una parte importante de los estudiosos
sostiene que los datos anteriores son una fabulación encaminada a ocultar su
condición de hijo ilegítimo de Carlos Escayola y María Lelia Oliva, y que en
realidad nació el 11 de diciembre de 1887 en Tacuarembó (Uruguay).
Más tarde, en los suburbios de la ciudad de Buenos Aires, adonde Bèrthe
Gardès huyó en busca de unas migajas de fortuna cuando Gardel aún no había
cumplido los tres años, se resignó a ver cómo su vástago o su hijo adoptivo
correteaba entre las casuchas de Retiro, Montserrat o Los Corrales, y se buscaba
la vida pateando calles destartaladas y sucias, creciendo con resentimiento,
congoja e inseguridad.
Charles se convertirá pronto en Carlitos, un muchacho despierto, simpaticón
e irascible cuya única ansia consiste en alcanzar el lujo de los ricos y ganar
montañas de dinero. Con dieciocho años desempeña toda clase de pequeños
trabajos y ya deja oír su aterciopelada voz en esquinas, reuniones familiares y
garitos. Detesta el trabajo duro, rinde culto al coraje, santifica la lealtad a
los amigos y se esfuerza por imitar a los adinerados acicalándose con un esmero
narcisista y casi femenino.
Por aquel entonces, ese "pensamiento triste que se baila" de
incierto origen, llamado tango, comenzaba a hacer furor en París. Sus
intérpretes más destacados viajaban al continente y regresaban con los
bolsillos a rebosar. Carlos, a quien le gusta el canto casi tanto como la
"guita", cambia la s final de su apellido por una l y prueba fortuna
en algunos cafés de los barrios periféricos bonaerenses, en los que se presenta
con el sobrenombre de "El Morocho"; ante la sorpresa de propios y
extraños, manifiesta una aguda sensibilidad y un temperamento artístico
completamente original.
Su interés y sus aptitudes lo inclinan hacia el tango canción o tango con
letra, escasamente cultivado hasta ese momento. En efecto, el tango estaba por
entonces culminando su proceso evolutivo que lo había llevado de ser una música
alegre (en compás de dos por cuatro y de origen posiblemente cubano) que se
bailaba de forma un tanto procaz en las fiestas de las clases populares de
Buenos Aires, a convertirse en un lamento cantado, una música nostálgica y
desgarrada que los porteños acomodados habían aprendido a admirar y a bailar y
que Gardel estaba destinado a dar a conocer en todo el mundo.
Cuando en 1915 forma pareja con José Razzano, intérprete de tangos que ya
goza de alguna fama, ninguno de los dos sospecha que en pocos años van a
convertirse en ídolos tanto de los entendidos como de un amplio sector de
público. Fue a raíz de una apoteósica actuación en el teatro Esmeralda de
Buenos Aires, en 1917, cuando el personal estilo de interpretar el tango de
Carlos Gardel caló hondo en el público porteño y dio al dúo Gardel-Razzano una
fulminante celebridad.
El tándem se mantendrá hasta 1925, año en que Gardel debió partir solo
hacia Europa. José Razzano, aquejado de una enfermedad en la garganta, había
decidido abandonar el canto. Esta desgracia de su compañero significará, no
obstante, la fama internacional para Gardel. Tres años después de cruzar el
Atlántico, escribe a Razzano: "La venta de mis discos en París es
fantástica; en tres meses se han vendido setenta mil". Bing Crosby,
Charles Chaplin y Enrico Caruso se deleitan con canciones como "Mi noche
triste", "Volver" o "No habrá más penas ni olvido".
Si grande había sido el éxito de Gardel en París, no lo fue menos en
España. Gardel debutó en solitario en 1925 en el teatro Apolo de Madrid y en el
teatro Goya de Barcelona el 5 de noviembre de ese mismo año. Tal fue el
recibimiento y cariño que el público le brindó en la capital catalana al
"zorzal criollo", como también se lo llamaba, que hizo de ella su
centro de operaciones para sus giras europeas, no obstante sus largas estancias
en París. En "Che, papusa, oí" canta Gardel: "Trajeada de
bacana, bailás con corte / y por raro esnobismo tomás prissé", acaso
evocando las fiestas al estilo parisino que ofrecía por esa época la
aristocracia barcelonesa, con esmoquin, champán francés y cocaína o plis o
plissé, como llamaban a esta droga.
La voz, la estampa y la simpatía de Gardel arrollaban, especialmente entre
las mujeres. Reveladora es la entrevista "a la sombra de Gardel", que
salió publicada en Tango Moda, en 1929. La sombra era una bella francesa que
seguía al ídolo por todas partes después de haberlo visto actuar una vez en el
cabaret de Florida de París. "Cuando por la noche me retiro a mi cuarto
del hotel, doy por muy bien pagados mis esfuerzos si le he oído cantar tres o
cuatro canciones", confesaba esta admiradora incondicional. Sus películas,
como Flor de durazno, rodada en Argentina en 1917, Luces de Buenos Aires y
Cuesta abajo, en Francia en 1931 y 1934, y Tango Bar, en Estados Unidos en
1935, además de Melodía de arrabal, El tango en Broadway, El día que me quieras
y Cazadores de estrellas, entre otras, contribuyeron a incrementar su fama,
gracias a su magnífica voz y a su fascinante personalidad.
Su forma de cantar los pequeños dramas existenciales de sus tangos va a
significar una revolución. Nadie es capaz de imitar el fraseo de Gardel ni su
habilidad para metamorfosearse en los personajes de sus canciones. Además, su
figura simpática, mezcla de pícaro y castigador siempre bien vestido y
repeinado, se convierte en un modelo para los porteños. Ahora es un triunfador
nato, modelo de "el que llegó", un mito rioplatense admirado por los
hombres y adorado por las mujeres.
A pesar de esta imagen, Gardel fue en la intimidad un hombre tortuoso,
retraído y contemplativo, atenazado por una oscura tristeza y víctima fácil del
abatimiento. En cuanto a su vida sentimental, confesaría que nunca se había
enamorado de mujer alguna, "porque todas valen la pena de enamorarse y
darle la exclusividad a una es hacerle una ofensa a las otras".
En 1934, después de haberse paseado en olor de multitud por escenarios de
Europa y Estados Unidos, Carlos Gardel inició una gira por toda Hispanoamérica
provocando el delirio. Los teatros se llenaban de un público rendido al
cantante argentino, que lo aclamaba y lo continuaría aclamando hasta después de
su muerte.
El 24 de junio de 1935, cuando se encontraba en la cúspide de su fama, el
cantor murió en un accidente de aviación cuyas causas nunca se han aclarado, al
menos no para los millones de apasionados del tango que en todo el mundo
entonces lloraron la muerte de su ídolo y aún hoy hablan de él en tiempo
presente. Gardel viajaba de Bogotá a Cali en un F-31 de la compañía Saco. Hecha
escala en Medellín, el avión recorrió la pista para alzar el vuelo, pero apenas
había despegado se precipitó a tierra, chocando con otro avión alemán que
esperaba en la cabecera de la pista.
Un velo de misterio rodeó el suceso. Corrieron rumores acerca de un tiroteo
entre Gardel y uno de sus acompañantes, con el piloto del aparato como víctima
inocente e involuntario causante de la tragedia. Sin embargo, y según el
testimonio de los dos únicos pasajeros que lograron salvarse de los veintiuno
que viajaban en el vuelo, la verdadera causa del accidente parece haber sido el
fuerte viento reinante que hizo que el piloto perdiera el control del trimotor
en el momento del despegue.
A la confusión del accidente se sumaría después la leyenda de un cantor
encapuchado cuya voz sorprendía por su parecido con la de Gardel; muchos
afirmaron que el ídolo se había salvado y seguía cantando, pero no deseaba mostrar
su rostro totalmente desfigurado; a ser eso cierto, el cuerpo velado por las
multitudes en el estadio del Luna Park no habría sido el suyo. Pero es su
espíritu lo que cuenta: un mar de melancólicos lo lloró entonces y siguió
lamentando la pérdida de la voz más triste y cálida que el tango ha dado nunca.
Known as El Zorzal Criollo, the songbird
of Buenos Aires, Carlos Gardel is a legendary figure in Uruguay and Argentina.
He was born on December 11st, 1890, in Toulouse (France). His place of birth
have been claimed by the Uruguayans and Argentinians, however, his Birth
Certificate and his Will proves, and leaves no doubt, that Carlos Gardel was
born in France. The charismatic singer's career coincided with the development
of that intrinsically Argentine cultural icon, the tango (the traditional
Argentinean music).
The elite overcame their aversion to the
tango's humble origins and open sensuality only when the man and his music were
already widely accepted in New York and Paris.
Radio performances and a film career
extended this appeal. Gardel's sky-rocketing career was cut short in 1935, when
he lost his life in a plane crash in Colombia. An orgy of grief swept from New
York to Puerto Rico, and a woman in Havana suicided. Hordes of people thronged
to pay their respects as the singer's body made the journey to its final
resting place in a Buenos Aires cemetery, traveling via Colombia, New York and
Río de Janeiro. Instantly immortal and preserved forever young, his enduring
fame is measured by the oft-heard Argentine expression 'Gardel sings better
every day'. Sixty years after his death, a devoted following keeps the legend blazing,
playing Gardel's music daily, placing a lit cigarette in the hand of the
life-sized statue which graces his tomb and keeping his few films in
circulation.
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