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sábado, 9 de mayo de 2015

CHABUCA GRANDA / PERUVIAN CREOLE AUTOSINGER



María Isabel Granda Larco nació en Cotabambas, provincia Grau, Región
Apurímac, el 3 de setiembre del año 1920.

A los doce años descubrió su vocación musical y fue nombrada vicepresidenta de la Asociación de Canto de su colegio. En 1937 formó el dúo llamado Luz y Sombra junto a su amiga Pilar Chamaca Mújica. El dúo cantó en diversas emisoras como Radio Nacional o Radio Miraflores, en la que Chabuca animaba un programa para artistas aficionados.



En 1940 formó un trío con Martha y Charo Gibson; interpretaban canciones mexicanas, muy de moda en la época. Dos años más tarde contrajo matrimonio con el brasileño Enrique Demetrio Fuller Da Costa, del que se separó en 1952, tuvo una hija, luego se dedicaría a componercanciones criollas. Desde entonces, se hizo llamar "Chabuca".


El primer período de su producción creativa es netamente evocativo y
pintoresco. Sus primeras canciones son dedicadas a Lima de fines del
año 1800, por lo tanto, son evocativas de la ciudad que ella conoció a
través de su padre, la del barrio del Barranco, de grandes casonas francesas,
con inmensos portales y jardines de invierno.



A esta etapa pertenecen “Lima de veras”, “La flor de la canela”, “Fina
estampa”, “Gracia”, “José Antonio”, “Zeñó Manué” y muchas otras.
En sus últimos años, "Chabuca" hizo canciones de música negroide,
afroperuana, que, a pesar de ser popular, era discriminada por razones
sociales y raciales.

Murió por una disfunción cardíaca en una clínica de los Estados Unidos,
en el año 1983.

Su voz y su vasta creación se extendieron más allá de las fronteras
del Perú, recreadas también por intérpretes de todo el mundo que
han visto en sus obras una fina y sensible expresión de la música del
Perú



César Lévano, el brillante periodista, rememoró en "Caretas" la vida de
"Chabuca" Granda de la siguiente manera: "Esa noche, en su casa de la
Plaza Dos de Mayo, el cantor del ‘Felipe Pinglo’ José Moreno celebraba
su cumpleaños con la jarana de reglamento.

Una invitada era la novel compositora Isabel Granda. Hacia la madrugada,
la joven abrió las ventanas del balcón y contempló La
Colmena.



Entonces soñó la ciudad, la ciudad dormida bajo la niebla y el lucero del alba. Y dijo en voz alta:

-Déjame que te cuente, limeño, Déjame que te diga la gloria del ensueño que evoca la memoria, Luego, volviéndose al grupo criollo, exclamó:
Ya tengo la expresión!



Pero las canciones no nacen del aire. Tienen su germen, su entraña, su trayecto. Déjenme que lo cuente Juanita. Juanita Loyola Angulo, hija de Victoria Angulo, la inspiradora de ‘La flor de la canela’: 

-Mi madre había conocido a Chabuca jovencita, cuando esta iba a la casa de doña María Isabel Sánchez Concha de Pinilla, en Barranco. En 1947, lo sé con precisión porque ese día Chabuca me firmó un álbum de autógrafos, mi madre la llevó a una fiesta en nuestra casa, que era un corralón frente al Puente de Palo, que ya no existe. Estaba en la curva del tren para Ancón (iba a dar al Jirón Arica, a las calles La Toma y La Palma).




Era un corralón a donde llegaban todos los músicos. Entre ellos,Elías y Augusto Azcuez Villanueva, que eran primos hermanos de mi madre. También iban Bartola Sancho Dávila, prima de mi madre, Manuel Covarrubias, Pablo Casas Padilla, Luciano Huambachano, toda la real academia del criollismo.

En esa época, Chabuca tenía tres valsecitos. Uno de ellos era ‘Mi ofrenda’. Quería que los cantaran, pero no conocía el ambiente. Entonces María Isabel le dijo: ‘Yo te voy a llevar donde Victoria. Ahí van todos. Y un día llegó Maricucha
con Chabuca y Louise Darius, una bailarina de ballet francesa que era famosísima y no hablaba ni una palabra de español.


Maricucha estaba siempre vinculada con los artistas. Iba a la casa con los Graña, con todos ellos. Allí la vieron algunos chicos de entonces: Oscar Avilés, Alejandro Cortez y Augusto Ego Aguirre, de ‘Los Morochucos’. En esa época, Chabuca no sabía cómo agradecerle a mi mamá. Y le hizo ‘La flor de la canela’.

-¿Qué ocurrió después de esa noche en casa de José Moreno? ¿Chabuca
fue y le cantó a doña Victoria?

-No. Fue una sorpresa que le dio el día de su santo. Chabuca estaba haciendo
el valse desde hacia meses. En esa época ella trabajaba en la Antigua Botica Francesa. Era consejera de los productos de belleza Helena Rubinstein. Entonces, cuando mi hermana y yo pasábamos por el jirón de La Unión, nos convidaba el heladito. Servían los helados en una conchita.
 Era precioso cómo los servían. Chabuca nos llevaba después al baño para cantarnos lo que estaba componiendo. Los pedacitos que iba escribiendo de ‘La Flor de la Canela’.



 El 21 de julio de 1950, día en que mi madre cumplía 48 años, le cantó el vals. -Cuando Chabuca dice: ‘del puente a la Alameda, menudo pie la lleva’,
¿se está refiriendo al Puente de Palo? -Claro.

 Ella hablaba del Puente de Palo.

Sin duda por eso dice: ‘ahora que aún se mece en un sueño el viejo puente, el río y la Alameda’.

-Los Azcuez me dijeron que eran tíos de Alejandro Villanueva... ¿También
él era jaranista?

-No, pero era muy ayayero. En el sentido de que terminaban de jugar,
y todos los del Alianza se reunían en mi casa. 

Alejandro era bajopontino.

Mis tíos eran aliancistas hasta los huesos. Como lo era Pablo Casas.
Y había el parentesco con Eugenio Segalá, el arquero del Alianza que,
por razones de trabajo, no pudo ir a la Olimpíada de Berlín. En lugar
de él fue Juan Valdivieso.

Había también una vinculación con Julio Quintana, con Filomeno García,
con Villalta del Alianza de esa época.

Con esa gente se juntó, para darles su inspiración y para recibirla, Chabuca
Granda y Larco, la que un día dijo a su amigo argentino Antonio

Rodríguez Villar: ‘El éxito me hizo ver otros sitios, otros ámbitos y conocí
más a mi país. Me di cuenta de que yo había ascendido al pueblo’.

No era solo la tradición, porque era también la esperanza. Lo dijo en
su valse dedicado al Perú: ‘Es un gigante al que arrullan sus anhelos.
Bello durmiente que sueña frente al cielo’. Lo cantó el niño Mariano
Huaychillo el día de su entierro.

Con sus ojos azules, bajo la niebla color perla que el lucero doraba,
Chabuca Granda abría ventanas a un ensueño, a una enredadera de
ilusión y memoria.

Había ascendido al corralón de su pueblo, y allí sembró una flor. Chabuca,
una canela que florece mucho".


CHABUCA EN OPION DE SUS AMIGOS:

"Cecilia Barraza tenía veintiún años cuando quiso cantar ‘Cardo o Ceniza’,
canción dedicada a Violeta Parra y a su amor frustrado por un joven
quenista suizo.
 Cecilia recuerda haberle dicho: ‘señora, quiero cantar Cardo o Ceniza’. ‘No, me contestó, esa canción solo puede ser cantada por señoras. Solo después de mucho tiempo comprendí por qué’. 

‘En otra oportunidad, alguien le cantó equivocándose en la letra, uno de sus temas. Cuando ‘Chabuca’ se levantó entre aplausos –siempre manteniendo la diplomacia– dio unos pasos hacia el cantante y abrazándolo, lo besó en la mejilla.



 Lo que nadie entrevió es que la ya afamada compositora le susurró al oído con una gran sonrisa: cuando la sepa, cántela. Andrés Soto fue también alguien especial en la vida de ‘Chabuca’. Ella celebró siempre el talento del compositor. 

‘Una vez me dijo que siempre que quisiera ir a verla lo haga. No importaba la hora. Me aparecí en la madrugada y después del susto de su empleada al tener que despertarla, me recibió y mandó a destapar una botella de whisky para mí. Siempre tenía esos detalles.



Nos quedamos hasta que amaneció. Yo le canté una nueva canción y terminamos desayunando con jugo de naranja y tostadas’. Magda Figuerola y Elena Bustamante recuerdan cada detalle. Echadas en la cama después de un gran almuerzo, leían diferentes dietas que algún lunes esperaban empezar. 

Susana Baca lo que más recuerda es su olla de tallarines, ‘poetas, músicos, políticos, todos iban llegando, y ella agregaba más agua y tallarines, para que todos comiéramos.




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