ISABEL PANTOJA DESPUES DE PAQUIRRI…..
"Si Paco no hubiera muerto yo sería ahora un ama de casa,
que es lo que siempre quise". Son palabras pronunciadas por Isabel
Pantoja, recordando su pasado, ahora que se cumplen treinta años de la muerte
en Pozoblanco, un funesto 26 de septiembre de 1984, de Francisco Rivera
Paquirri. Su matrimonio, tantas veces reflejado en las revistas y los programas
televisivos del corazón, sólo duró diecisiete meses. Del que les nació un hijo,
Francisco José (Kiko), fuente de algunos problemas para la cantante junto a los
que asimismo le ha causado la niña adoptada por ella en Lima (Perú), que
rebautizó con su mismo nombre y a la que se conoce como Chabelita.
Cuando un toro acabó con la vida del valiente Paquirri se suscitaron
aviesos rumores acerca de su inestabilidad sentimental con Isabel Pantoja.
Nunca pudo probarse que el torero quisiera por entonces romper su matrimonio.
Sí que sabemos, porque así nos lo había dicho la pareja, que él pensaba
retirarse de los ruedos al año siguiente, en la temporada de 1985, coincidiendo
con sus veinte años de alternativa, en tanto ella también se veía abocada a
dedicarse al hogar para acceder al deseo de su marido. Lo que ratifica la frase
con la que hemos iniciado el presente escrito. Por mucho que le guste cantar,
es mujer casera, a la que le ha costado siempre embarcarse en giras artísticas.
Enlutada durante catorce meses los medios de comunicación la calificaron como
"la viuda de España", hipérbole donde las haya, hasta que reapareció
en noviembre de 1985 con ocasión de presentar su disco Marinero de luces.
A partir de entonces hubo de soportar una enorme presión
informativa, perseguida continuamente por paparazzis ansiosos de fotografiar
todos sus pasos. Las revistas del corazón pagaban a precio de oro imágenes de
la estrella de la copla, quien no hacía declaraciones. Las primeras –y únicas–
en su reaparición, en exclusiva para ¡Hola!, le reportaron ¡veinticinco
millones de pesetas!, cifra jamás pagada hasta entonces en España por una
entrevista. Escandalosa cifra que, incluso traducida al cambio actual, no ha
sido –creemos- superada por ningún otro reportaje de parecidas características.
A continuación, la vida de Isabel Pantoja transcurriría sin
problemas económicos, convertida en la cantante mejor pagada de España. Si su
más directa rival, aunque buena amiga a pesar de los rumores en contra, Rocío
Jurado, percibía por actuación ocho millones de pesetas, la sevillana superaría
ese caché, elevado a doce millones. Hoy en día, pese a la crisis, se mueve en
torno a los 60.000 euros, aunque a veces pueda rebajarlo, según las
circunstancias.
Respecto a sus sentimientos, Isabel Pantoja pasó unos años de
vida discreta, ocupada en su hijo, hasta que en 1990 vivió, a espaldas de la
opinión pública, una fugaz relación con el actor José Coronado, galán de su
película Yo soy esa, que ambos negarían, aunque tuvimos testimonios que la
confirmaban, entre ellos el del responsable de prensa de la productora, quien
no obstante –órdenes superiores– no sacó tajada publicitaria del asunto.
Después, la cantante se echaría en brazos de un caballero de elevada estatura,
a la sazón relaciones públicas del malagueño Casino de Juego de Torrequebrada,
de nombre Diego Gómez, que más parecía su administrador y guardaespaldas que
otra cosa. Entre ambos medió una discreta historia sentimental sin ribetes
románticos que alimentaran las páginas de los semanarios del cuore. Revistas
que se guardaron las ganas de publicar fotografías de "la reina de la
copla" con la popular locutora Encarna Sánchez, que se había convertido en
apasionada admiradora de la cantante, tan íntima que llegó a prestarle sin
condiciones una elevada suma de dinero para que Isabel pudiera hacer frente a
unas deudas contraídas en su finca La Cantora. La locutora amenazaba a algunos
directores de esas revistas si se atrevían a insertar reportajes fotográficos
de ambas: puedo al menos asegurarlo de una en concreto, para la que yo
trabajaba. Amenazas que también hacía extensiva hacia los paparazzis que las
perseguían en Marbella, donde pasaron juntas más de una velada.
Otra amistad peligrosa de Isabel Pantoja fue la que mantuvo con
su colega María del Monte, a las que fotografiaron en la playa, aunque no
salieran publicadas todas las imágenes de ambas, jugueteando con las olas del
mar. Y pasado un tiempo prudente, el corazón de Isabel dio un vuelco cuando
conoció a un antiguo camarero, reciclado en concejal del Ayuntamiento de
Marbella, por nombre Julián Muñoz. Con él viviría una más que interesada, turbulenta
y apasionada historia amorosa a partir de 2003, que a la postre sería su
víacrucis. Fue su ruina emocional. ¿Económica también? Los hay que piensan que
sacó tajada a su lado. Por harto conocido el culebrón renunciamos a seguir
mencionándolo. Salvo para apuntar que, relacionada con el llamado caso Malaya
en los tribunales, pasó varios años por un durísimo calvario, del que, multa
elevada aparte, ha salido relativamente airosa hasta los acontecimientos de la
última semana.
Isabel viene soportando infinidad de dolores de cabeza causados
por su hijo Kiko, que le ha dado un nieto, y de su hija adoptiva, Chabelita,
que también le hizo abuela de otro. Entre tanto, para afrontar su oscilante
patrimonio –no está arruinada, ni mucho menos- mantiene este año su gira
"Donde el corazón me lleve". El 28 de noviembre próximo presentará en
el madrileño Palacio de los Deportes su nuevo espectáculo, "Hasta que se
apague el sol", título del disco que ha grabado en México (estará en la
calle en los próximos días, ya en octubre) con baladas y boleros de Juan
Gabriel, autor que últimamente se repite demasiado. Hay en él dos temas a dúo
con Kiko, uno de los cuáles, "Debo hacerlo", presentó hace poco en
una gala televisiva. Esta irrupción musical de su hijo nos parece una mera
anécdota, dada sus carencias interpretativas. A dos meses vistas del evento
Isabel Pantoja confía en llenar ese coliseo, con capacidad para quince mil
espectadores, a pesar de que, dado el caché de la estrella, las localidades no
son precisamente baratas: oscilan entre cincuenta y doscientos cincuenta euros.
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