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jueves, 2 de julio de 2015

JACOBO ZABLUDOVSKY


Jacobo Zabludovsky.

El periodismo en México y América Latina se encuentra de luto debido al lamentable fallecimiento del periodista y locutor mexicano Jacobo Zabludovsky, líder de opinión y quien fuera reconocido como uno de los comunicólogos más relevantes en el país por más de seis décadas.
Zabludovsky nació en la ciudad de México en 1928, egresado de la Facultad de Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México, inició sus labores periodísticas en 1946 en la radio mexicana y logró ser el titular de noticias de la cadena de televisión de mayor relevancia en México, Televisa, por más de tres décadas con la conducción del noticiero 24 Horas.


A Jacobo se le reconoció como el único periodista mexicano en Cuba en 1959, año en el que Fidel Castró ocupó La Habana y logró una entrevista con el Che Guevara, además de sumar a la lista de entrevistados a políticos, presidentes, científicos, músicos, deportistas y artistas como: Salvador Dalí, Pablo Casals y el director sinfónico Enrique Gumeno.
Entre los premios que recibió por el amplio reconocimiento periodístico en México y América Latino se encuentran: El premio Ondas (Barcelona, España), Monje de Oro
(Managua, Nicaragua), Premio Nacional de Periodismo en México y la Orden de las Artes y las Letras (Francia).

La muerte de Jacobo Zabludovsky registrada la mañana de este jueves 02 de julio en la Ciudad de México, conmocionó al medio periodístico, generando una ola de reacciones en redes sociales lamentando la pérdida.


El periodista Jacobo Zabludovsky murió este jueves en la Ciudad de México a los 87 años. Durante 27 fue presentador del informativo con más audiencia de Televisa, 24 horas, donde entrevistó a personajes fundamentales de la historia reciente de América. Los mexicanos lo escucharon retransmitir en vivo, a bordo de un coche que recorría una ciudad desolada, el terremoto de 1985 o contando en última hora el asesinato de Luis Donaldo Colosio en 1994. "¿Ahorita en el hospital, junto a ti, no hay ningún médico que pueda informarnos?", guiaba al desorientado reportero que había sido testigo del crimen.



Zabludovsky aparecía de traje y corbata, sobre un fondo en el que había serigrafiado un mapamundi. Llevaba unas gafas enormes y redondas. Estas apariciones en televisión lo hicieron enormemente popular. La gente, sencillamente, lo conocía como Jacobo.

Su figura no ha estado exenta de polémica. Cercano al poder, muchos lo consideraban la voz del Partido Revolucionario Institucional (PRI), el partido que estuvo en el Gobierno durante 70 años y tras un lapso de 12 regresó a la presidencia en 2012. La televisión, el gran medio de comunicación en México, se entendía como el principal instrumento para manejar la opinión pública. Y su rostro era Zabludovsky.



La suya ha sido una vida dedicada al oficio. Siendo adolescente entró como corrector de erratas en el periódico El Nacional. Tras abandonar la televisión —estuvo al aire entre 1970 y 1997— encontró refugio en las ondas. Si un conductor encendía la radio en medio de un atasco del DF, de repente aparecía su voz: "Este debate es muy interesante. Como yo escribí en un artículo hace 60 años....".

Antes de ser icono de la televisión fue un niño humilde. Hijo de un judío polaco que se había empapado de la revolución mexicana a través de los libros, su familia emigró a América sobre 1925. Jacobo nació en la colonia Doctores, un barrio popular donde todavía se compraba la leche en los establos. Le llamaban El Güero. Los Zabludovsky se mudaron al centro histórico de la Ciudad de México. El negocio familiar era la venta de retazos de telas. Un vecino que trabajaba en un periódico comenzó a llevárselo los fines de semana a la redacción para que le echara una mano. Entre el olor a tinta, el humo del tabaco y las máquinas de escribir le picó el aguijón del periodismo.



El entusiasmo le llevó a sortear la burocracia mexicana. En la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas hizo un examen y pagó unas tasas para recibir su permiso de locución, indispensable para salir aire. Era el 3 de enero de 1945. Trabajó en revistas, periódicos que escribía a mano y programas de radio como La Hora Exacta, cuando no todo el mundo tenía reloj. Hasta que llegó a plató en la década de los cincuenta. "Cuando la televisión comenzó yo ya estaba", le gustaba bromear. El noticiero 24 horas lo catapultó a la sala de estar de todos los mexicanos.

Zabludovsky no tenía el tono grandilocuente de los locutores de la época. Su estilo era más directo y conciso. Era más de preguntar que de soltar circunloquios. Fue testigo de la entrada en La Habana del Che y Fidel Castro en 1959 y entrevistó a personajes fundamentales del siglo XX como Dalí, Frida Khalo, Maradona o Cantinflas. De este último fue buen amigo, como también del escritor colombiano Gabriel García Márquez.
Pero Zabludovsky trabajaba para Televisa. El presidente de la companía, Emilio Azcárraga Milmo, se había autoproclamado "soldado del presidente". "El noticiero no solo se apegaba a la verdad oficial: era la verdad oficial. Lamentablemente, esa condición sesgó su tratamiento de hechos clave del pasado inmediato: la matanza de Tlatelolco, el golpe a Excélsior y las turbias elecciones federales de 1988", escribe en Letras Libres el historiador Enrique Krauze.

El noticiero vivió una época de desprestigio. En las campaña electoral de 1988, el candiadato de la derecha, Manuel Clouthier, encabezó una protesta frente a las instalaciones de la televisora para reclamar más minutos en televisión. De otra manera era casi invisible. El candidato lanzó billetes en los que se leía: "No veas más 24 horas". El informativo, tras las críticas, dio más espacio a Clouthier y al aspirante de la izquierda, Cuauhtémoc Cárdenas. Este último estuvo muy cerca de sacar al PRI del poder por vez primera.

El periodista abandonó la pantalla en 2000. Por el camino dejó algunos momentos memorables, como su encuentro con Salvador Dalí. Como si nada, Zabludovsky le preguntó si estaba loco o si la diferencia entre uno de sus cuadros y los de otro pintor cualquiera eran 100.000 dólares. El locutor apenas podía aguantar la risa por los desvarios del español, El artista acabó muy irritado. Eso sí, Zabludovsky siempre se dirigió a él como "maestro".

Le gustaban los toros (hasta el final conservó cintura de matador) y el tango. Sus últimos años en radio fueron una vuelta a los orígenes más elementales de la profesión. Trabó una buena relación con Andrés Manuel López Obrador, un ariete anti-PRI. Había algo de retorno a la raíz del oficio, como cuando le preguntó al reportero que había presenciado el disparo a Colosio si la señora del candidato estaba a la mano. Solo quería hacerle una pregunta. Esa es la esencia del periodismo: no saber nada y preguntarle a alguien que lo sabe todo.









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