Jacobo Zabludovsky.
El periodismo en
México y América Latina se encuentra de luto debido al lamentable fallecimiento
del periodista y locutor mexicano Jacobo Zabludovsky, líder de opinión y quien
fuera reconocido como uno de los comunicólogos más relevantes en el país por
más de seis décadas.
Zabludovsky nació en
la ciudad de México en 1928, egresado de la Facultad de Derecho por la
Universidad Nacional Autónoma de México, inició sus labores periodísticas en
1946 en la radio mexicana y logró ser el titular de noticias de la cadena de
televisión de mayor relevancia en México, Televisa, por más de tres décadas con
la conducción del noticiero 24 Horas.
A Jacobo se le
reconoció como el único periodista mexicano en Cuba en 1959, año en el que
Fidel Castró ocupó La Habana y logró una entrevista con el Che Guevara, además
de sumar a la lista de entrevistados a políticos, presidentes, científicos,
músicos, deportistas y artistas como: Salvador Dalí, Pablo Casals y el director
sinfónico Enrique Gumeno.
Entre los premios que
recibió por el amplio reconocimiento periodístico en México y América Latino se
encuentran: El premio Ondas (Barcelona, España), Monje de Oro
(Managua, Nicaragua),
Premio Nacional de Periodismo en México y la Orden de las Artes y las Letras
(Francia).
La muerte de Jacobo
Zabludovsky registrada la mañana de este jueves 02 de julio en la Ciudad de
México, conmocionó al medio periodístico, generando una ola de reacciones en
redes sociales lamentando la pérdida.
El periodista Jacobo
Zabludovsky murió este jueves en la Ciudad de México a los 87 años. Durante 27
fue presentador del informativo con más audiencia de Televisa, 24 horas, donde
entrevistó a personajes fundamentales de la historia reciente de América. Los
mexicanos lo escucharon retransmitir en vivo, a bordo de un coche que recorría
una ciudad desolada, el terremoto de 1985 o contando en última hora el
asesinato de Luis Donaldo Colosio en 1994. "¿Ahorita en el hospital, junto
a ti, no hay ningún médico que pueda informarnos?", guiaba al desorientado
reportero que había sido testigo del crimen.
Zabludovsky aparecía
de traje y corbata, sobre un fondo en el que había serigrafiado un mapamundi.
Llevaba unas gafas enormes y redondas. Estas apariciones en televisión lo
hicieron enormemente popular. La gente, sencillamente, lo conocía como Jacobo.
Su figura no ha
estado exenta de polémica. Cercano al poder, muchos lo consideraban la voz del
Partido Revolucionario Institucional (PRI), el partido que estuvo en el
Gobierno durante 70 años y tras un lapso de 12 regresó a la presidencia en
2012. La televisión, el gran medio de comunicación en México, se entendía como
el principal instrumento para manejar la opinión pública. Y su rostro era
Zabludovsky.
La suya ha sido una
vida dedicada al oficio. Siendo adolescente entró como corrector de erratas en
el periódico El Nacional. Tras abandonar la televisión —estuvo al aire entre
1970 y 1997— encontró refugio en las ondas. Si un conductor encendía la radio
en medio de un atasco del DF, de repente aparecía su voz: "Este debate es
muy interesante. Como yo escribí en un artículo hace 60 años....".
Antes de ser icono de
la televisión fue un niño humilde. Hijo de un judío polaco que se había
empapado de la revolución mexicana a través de los libros, su familia emigró a
América sobre 1925. Jacobo nació en la colonia Doctores, un barrio popular
donde todavía se compraba la leche en los establos. Le llamaban El Güero. Los
Zabludovsky se mudaron al centro histórico de la Ciudad de México. El negocio
familiar era la venta de retazos de telas. Un vecino que trabajaba en un
periódico comenzó a llevárselo los fines de semana a la redacción para que le
echara una mano. Entre el olor a tinta, el humo del tabaco y las máquinas de
escribir le picó el aguijón del periodismo.
El entusiasmo le
llevó a sortear la burocracia mexicana. En la Secretaría de Comunicaciones y
Obras Públicas hizo un examen y pagó unas tasas para recibir su permiso de
locución, indispensable para salir aire. Era el 3 de enero de 1945. Trabajó en
revistas, periódicos que escribía a mano y programas de radio como La Hora
Exacta, cuando no todo el mundo tenía reloj. Hasta que llegó a plató en la
década de los cincuenta. "Cuando la televisión comenzó yo ya estaba",
le gustaba bromear. El noticiero 24 horas lo catapultó a la sala de estar de
todos los mexicanos.
Zabludovsky no tenía
el tono grandilocuente de los locutores de la época. Su estilo era más directo
y conciso. Era más de preguntar que de soltar circunloquios. Fue testigo de la
entrada en La Habana del Che y Fidel Castro en 1959 y entrevistó a personajes
fundamentales del siglo XX como Dalí, Frida Khalo, Maradona o Cantinflas. De
este último fue buen amigo, como también del escritor colombiano Gabriel García
Márquez.
Pero Zabludovsky
trabajaba para Televisa. El presidente de la companía, Emilio Azcárraga Milmo,
se había autoproclamado "soldado del presidente". "El noticiero
no solo se apegaba a la verdad oficial: era la verdad oficial. Lamentablemente,
esa condición sesgó su tratamiento de hechos clave del pasado inmediato: la
matanza de Tlatelolco, el golpe a Excélsior y las turbias elecciones federales
de 1988", escribe en Letras Libres el historiador Enrique Krauze.
El noticiero vivió
una época de desprestigio. En las campaña electoral de 1988, el candiadato de
la derecha, Manuel Clouthier, encabezó una protesta frente a las instalaciones
de la televisora para reclamar más minutos en televisión. De otra manera era
casi invisible. El candidato lanzó billetes en los que se leía: "No veas
más 24 horas". El informativo, tras las críticas, dio más espacio a
Clouthier y al aspirante de la izquierda, Cuauhtémoc Cárdenas. Este último
estuvo muy cerca de sacar al PRI del poder por vez primera.
El periodista
abandonó la pantalla en 2000. Por el camino dejó algunos momentos memorables,
como su encuentro con Salvador Dalí. Como si nada, Zabludovsky le preguntó si
estaba loco o si la diferencia entre uno de sus cuadros y los de otro pintor
cualquiera eran 100.000 dólares. El locutor apenas podía aguantar la risa por
los desvarios del español, El artista acabó muy irritado. Eso sí, Zabludovsky
siempre se dirigió a él como "maestro".
Le gustaban los toros
(hasta el final conservó cintura de matador) y el tango. Sus últimos años en
radio fueron una vuelta a los orígenes más elementales de la profesión. Trabó
una buena relación con Andrés Manuel López Obrador, un ariete anti-PRI. Había
algo de retorno a la raíz del oficio, como cuando le preguntó al reportero que
había presenciado el disparo a Colosio si la señora del candidato estaba a la
mano. Solo quería hacerle una pregunta. Esa es la esencia del periodismo: no
saber nada y preguntarle a alguien que lo sabe todo.
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