FRIDA KAHLO:
(Magdalena
Carmen Frida Kahlo; Coyoacán, México, 1907 - id., 1954) Pintora mexicana.
Aunque se movió en el ambiente de los grandes muralistas mexicanos de su tiempo
y compartió sus ideales, Frida Kahlo creó una pintura absolutamente personal,
ingenua y profundamente metafórica al mismo tiempo, derivada de su exaltada
sensibilidad y de varios acontecimientos que marcaron su vida.
A los
dieciocho años Frida Kahlo sufrió un gravísimo accidente que la obligó a una
larga convalecencia, durante la cual aprendió a pintar, y que influyó con toda
probabilidad en la formación del complejo mundo psicológico que se refleja en
sus obras. En 1929 contrajo matrimonio con el muralista Diego Rivera; tres años
después sufrió un aborto que afectó en lo más hondo su delicada sensibilidad y
le inspiró dos de sus obras más valoradas: Henry Ford Hospital y Frida y el
aborto, cuya compleja simbología se conoce por las explicaciones de la propia
pintora. También son muy apreciados sus autorretratos, asimismo de compleja
interpretación: Autorretrato con monos o Las dos Fridas.
Cuando
André Breton conoció la obra de Frida Kahlo, afirmó que la mexicana era una
surrealista espontánea y la invitó a exponer en Nueva York y París, ciudad esta
última en la que no tuvo una gran acogida. Frida nunca se sintió cerca del
surrealismo, y al final de sus días rechazó abiertamente que su creación
artística fuera encuadrada en esa tendencia.
En su
búsqueda de las raíces estéticas de México, Frida Kahlo realizó espléndidos
retratos de niños y obras inspiradas en la iconografía mexicana anterior a la
conquista, pero son las telas que se centran en ella misma y en su azarosa vida
las que la han convertido en una figura destacada de la pintura mexicana del
siglo XX.
La obra de Frida Kahlo
La
producción de la artista mexicana es un ejemplo de ese tipo de arte que sirve
como poderoso instrumento con el que exorcizar la angustia de una realidad
hostil. El signo trágico de su existencia, marcada por la lucha contra la
enfermedad, había comenzado cuando a los seis años contrajo una poliomielitis
que le dejó importantes secuelas. En 1925 sufrió un grave accidente de tráfico
que le fracturó la columna vertebral y la pelvis. Además de imposibilitarle
tener hijos, el accidente fue la causa de numerosas operaciones futuras y de
una salud siempre precaria.
A
través de la pintura, que empezó a practicar en los largos meses de inmovilidad
tras el accidente, Frida Kahlo reflejaría de forma soberbia la colisión entre
su ansia de felicidad y la insistente amenaza de su destrucción, a la vez que
conjuraba la dualidad irreductible entre los sueños (de amor, de hijos) y la
realidad (dolor e impotencia).
Durante
la convalecencia del accidente, sin poder ni siquiera incorporarse, comenzó a
pintar tomándose ella misma como modelo principal. Le colocaron un espejo bajo
el baldaquino de su cama y un carpintero le fabricó una especie de caballete
que le permitía pintar estando acostada. Éste fue el inicio de una larga serie
de autorretratos, tema que ocupa el grueso de su producción, de carácter
fundamentalmente autobiográfico. En una ocasión afirmó: "Me retrato a mí
misma porque paso mucho tiempo sola y porque soy el motivo que mejor
conozco." En poco tiempo Frida desarrolló un vocabulario simbólico propio;
con él acompañaba sus retratos para representar metafóricamente sus
experiencias y sus pensamientos.
Influida
por las ideas de vindicación de identidad que propagaba el nacionalismo
revolucionario, Frida vestía con largas faldas mexicanas, moños trenzados con
cintas de colores y collares y pendientes precolombinos. Así la encontramos en
Autorretrato como Tehuana (1943, Colección Natasha Gelman, Ciudad de México),
representada como mexicana "auténtica" y acentuando sus rasgos
mestizos (tenía sangre española, india y alemana). Producto de esa misma
ideología nacionalista son los fondos de algunas de sus obras como el
Autorretrato con monos (1943, Colección Natasha Gelman, Ciudad de México), en
el que su figura aparece recortada sobre plantas selváticas y rodeada de animales,
o aquellos en los que retoma imágenes de la cultura precolombina, como Mi nana
y yo (1937, Colección Dolores Olmedo, Ciudad de México).
Otras
veces, como en Autorretrato - El Marco (1938, Museo Nacional de Arte Moderno,
Centro Georges Pompidou, París), se inspira en la imaginería popular y muy
específicamente en los retablos cargados de ese barroquismo ingenuo y colorista
tan específicamente mexicano que conjuga vívidamente lo espectacular con lo
escatológico.
Una de
las formas más comunes del arte popular mexicano son los exvotos. Frida vincula
a esta tradición sus cuadros de desarrollo narrativo representando de forma
sintética los elementos más significativos y de mayor carga expresiva. El
tamaño pequeño de los cuadros y la técnica (óleo sobre plancha metálica)
proviene también de ellos.
Esta
fusión entre la temática personal y las formas de la imaginería popular se
encuentra expresada de forma emblemática en la obra Henry Ford Hospital (1932,
Colección Dolores Olmedo, Ciudad de México). A pesar del accidente, Frida
esperaba que su segundo embarazo llegara a buen término, pero su pelvis
fracturada no podía acoger el desarrollo de un niño. La traumática experiencia
de un nuevo aborto fue el origen del cuadro.
La
adopción de las formas narrativas de los exvotos tiene su mejor ejemplo en una
pieza singular titulada Retablo (1943, colección privada). Frida había
encontrado un exvoto que representaba el choque entre un tren y un autobús; una
muchacha herida yacía sobre las vías y la imagen de la Virgen de los Dolores
flotaba sobre la escena. Añadiendo a la chica sus propias cejas y unos rótulos
al tren y al autobús, lo convirtió en la representación de su propio accidente.
En la parte inferior escribió: "Los esposos Guillermo Kahlo y Matilde C.
de Kahlo dan gracias a la Virgen de los Dolores por haber salvado a su niña
Frida del accidente acaecido en 1925 en la esquina de Cuahutemozin y de Calzada
de Tlalpan."
Tras
superar algunas graves crisis de salud, y de forma idéntica a como lo hacen los
creyentes con los santos de su devoción, Frida mostró su agradecimiento a los
médicos mediante pinturas que siguen rigurosamente las convenciones del exvoto.
Muestras de ello son las obras dedicadas al doctor Eloesser y al doctor Farill.
Pero no
sólo la enfermedad fue causa de sus trastornos y metáfora de sus pinturas; los
reveses de su vida afectiva también fueron tematizados en cuadros que
constituyen depuradas síntesis simbólicas. En El corazón (1937, Colección
Michel Petitjean, París), la ausencia de manos expresa su impotencia y
desesperación ante el enredo amoroso entre Diego Rivera y su hermana Cristina.
Su corazón, literalmente arrancado, yace a sus pies y posee un tamaño
desmesurado que refleja la intensidad de su dolor. Junto a ella, un vestido
femenino, que alude a su hermana, pende de un hilo, a la vez que de sus mangas
sale un único brazo que enlaza y un palo atraviesa el hueco que ha dejado su
propio corazón.
Frida y el surrealismo
La
apariencia onírica de sus imágenes propiciaba la relación de su simbología con
el surrealismo, algo que Frida Kahlo negaría rotundamente: "Se me tomaba
por una surrealista. Ello no es correcto, yo nunca he pintado sueños, lo que yo
he representado era mi realidad."
Pero
Frida no sólo rechazó el carácter surrealista de su pintura, sino que profesó
una profunda aversión hacia los representantes del movimiento. Había conocido a
Breton en México en 1938 y al año siguiente pasó varios meses en París, donde
tuvo ocasión de entrar en contacto con los otros surrealistas. La opinión que
le merecían la expresó sin cortapisas en una carta que escribió desde allí a
Nicolas Muray: "No puedes imaginarte lo joputas que son esta gente; me
hacen vomitar. Son tan condenadamente intelectuales y degenerados, que ya no
los aguanto más."
Frente
a las representaciones oníricas o al automatismo psíquico de los surrealistas,
los numerosos símbolos que Frida Kahlo introduce en sus cuadros poseen
significaciones precisas y son producto de la actividad consciente. Su obra se
origina y procede de una continua indagación sobre sí misma, y manifiesta los
estados de ánimo de forma precisa y deliberada, materializando las oscilaciones
entre el sufrimiento y la esperanza. El carácter simbólico de su pintura da
cauce a la expresión vehemente de una personalidad apasionada para la que el
arte es desafío y combate, lucha violenta contra la enfermedad, pero también
repliegue ensimismado hacia su yo interior y huella del reconocimiento doloroso
de su identidad maltrecha.
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