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miércoles, 3 de junio de 2015

ISABEL II





ISABEL II

(Londres, 1926) Reina del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte (1953). Primogénita de los duques de York y tercera nieta del rey Jorge V de Inglaterra, se convirtió en la heredera del trono cuando su padre fue coronado en 1936 con el nombre de Jorge VI, tras la abdicación del hermano de éste, Eduardo VIII. En marzo de 1945, poco antes de que concluyera la Segunda Guerra Mundial, ingresó en el Servicio Auxiliar de Transporte.

Dos años más tarde contrajo matrimonio con el teniente Felipe de Mountbatten, príncipe de Grecia y Dinamarca y duque de Edimburgo. Fruto de esta unión nacieron Carlos, príncipe de Gales, en 1948, Ana, en 1950, Andrés, en 1960, y Eduardo, en 1964. Isabel fue consciente de su papel desde muy joven, y asumió con responsabilidad sus obligaciones de princesa heredera.


En 1952 se hallaba en Kenia, entonces colonia británica convulsionada por las acciones terroristas de los mau mau, cuando recibió la noticia del óbito de su padre. El 2 de junio del año siguiente fue coronada en la antigua abadía de Westminster, en una fastuosa ceremonia a la que asistieron jefes de Estado y representantes de las casas reales europeas y que miles de personas pudieron seguir por primera vez a través de la televisión.



A pesar del reducido papel político al que se vio reducida la monarquía británica tras la Segunda Guerra Mundial, esencialmente simbólico, y los cambios que se produjeron en la relación con las antiguas colonias, la reina procuró preservar el carácter unificador de la Corona en el espacio político del antiguo imperio, convertido tras la descolonización en la Commonwealth. En este sentido, viajó por todo el mundo como no lo había hecho ningún otro monarca británico, para estrechar vínculos con súbditos de las más diversas razas, creencias y culturas. Incluso en Australia instauró la costumbre de los paseos más o menos espontáneos, para mezclarse y saludar sin protocolo a la gente de la calle.



En otro orden de cosas, en 1960 dispuso que los miembros de la familia real que no fuesen príncipes o altezas reales llevasen el apellido Mountbatten-Windsor. No obstante la popularidad y el respeto que le dispensan sus súbditos, Isabel II no ha podido evitar que los escándalos familiares denoten la existencia de cierto anquilosamiento en las estructuras de la monarquía. Los frustrados matrimonios de sus hijos Andrés con Sarah Ferguson, y Carlos, el heredero de la corona, con Diana Spencer, y las repercusiones que las desavenencias conyugales de sus hijos tuvieron en la opinión pública la han inducido a buscar nuevos caminos de acercamiento al pueblo.




En este sentido cabe interpretar decisiones tan dispares como la de pagar impuestos sobre sus bienes e ingresos, dar un tono popular y familiar a la celebración de sus bodas de oro matrimoniales o visitar a las víctimas de actos terroristas. Sobre todo a raíz de la muerte en accidente automovilístico (agosto de 1997) de la ex esposa de su primogénito, la princesa Diana de Gales, en quien el pueblo veía una víctima tanto del comportamiento adúltero del príncipe de Gales como de la insensibilidad de la familia real, Isabel II ha debido trabajar con toda intensidad a fin de no perder la identificación con el pueblo.


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