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miércoles, 23 de septiembre de 2015

HUMBERTO MARTINEZ MOROSINI



HUMBERTO MARTINEZ MOROSINI.

Durante muchas décadas escuchar su voz era sinónimo de que alguien tenía prendido el televisor en el Canal 5. Humberto Martínez Morosini estuvo presente en los albores de la televisión peruana, en los años 50, pero la relación con el periodismo empezó un decenio antes. Este jueves 13 el ícono de la noticia en el Perú cumple 85 años de edad. Un buena manera de celebrarlo es sabiendo más de su vida, con sus altas y bajas, en una trayectoria apasionada y, en muchos sentidos, admirable.      
El futuro locutor nació el 13 de marzo de 1929, en la Ciudad Blanca, Arequipa. Quiso ser médico, pero dejó esa idea por otra: ser comunicador social.


Su historia comenzó de casualidad, cuando en un juego de penales y tiros libres con sus amigos en Arequipa, él se puso a relatar las acciones. Entonces lo escuchó un funcionario de Radio Continental, quien le dio la idea de trabajar en eso y seis meses después, al ser reinaugurado un estadio, lo llamaron para que trasmitiera el partido de esa jornada. Tenía 16 años. Era 1945. Pero su debut profesional lo hizo en 1948, a los 19 años, en Radio Arequipa.
En 1950, luego de una discusión con su padre, decidió venir a Lima. Pasó por Radio América, y luego por Radio Colonial, al lado de Juan Sedó, Óscar Artacho y Eduardo San Román. Recién casado con Emma Meza Brou, se incorporó a la nueva Radio Panamericana. Fue la primera voz de esa emisora radial que salió al aire, por primera vez, a las 7 de la mañana del 1 de diciembre de 1953. Condujo ‘El Panamericano’ al lado de Ernesto García Calderón y un joven colaborador, Mario Vargas Llosa.



En 1959 ‘El Panamericano’ pasaría a emitirse en la naciente televisión, y Martínez Morosini fue quien le daría espíritu y personalidad. Así empezó la leyenda, y su figura pública creció al tener en los años 60 la conducción de ‘Cincomanía’, el primer programa de concursos de la televisión nacional. Inolvidable fue su narración de la llegada del hombre a la luna el 20 de julio de 1969.
Años de madurez profesional
El 13 de mayo de 1973 ocurrió algo importante en su vida. Salió al aire ‘24 Horas’, el noticiario de mayor longevidad en el Perú. Era la primera vez que un programa de este tipo duraba más de 60 minutos. Su primer director fue Pepe Ludmir y el primer conductor, nada menos que don Humberto.
Su vínculo con las noticias empezó a hacerse realmente popular. Alejado por un corto tiempo a finales de los años 70, donde tuvo un paso fugaz en ‘La rotativa del aire’ de RPP,  regresó junto con el color a las pantallas del 5 nuevamente con ‘24 Horas’, por supuesto, ya a comienzos de los años 80.
El fútbol lo sedujo desde niño, pero en la narración de partidos sería único. Hizo famosas las frases: “Aquí no pasa nada” (por un 0-0); “En el rincón de las ánimas” (metáfora de gol); o “La gordita” (por la pelota).
Luego de algo más de 17 años en ‘24 Horas’, se alejó del noticiario del Canal 5 en agosto de 1997. Es más, pensó en el retiro definitivo, pero algo en él le impedía renunciar del todo. Entonces, aún con ganas de seguir en la brega periodística, tomó en 1998 una decisión: aceptar la oferta de trabajo en América Televisión, Canal 4.


En ‘Primera Plana’, el noticiario estrella del canal, tenía un espacio editorial. Lo que escuchábamos era a un Martínez Morosini analista político, un hombre que valoraba las acciones, los gestos y hechos de actualidad. Compartía espacio con Pablo Cateriano y Claudia Doig en la narración de noticias.
Los Crousillat buscaban aprovechar su credibilidad y su historia como hombre de medios. Pero él no se sentía del todo a gusto en ese papel. Y en julio de 1999 anunció, esta vez sí, su retiro de los noticiarios. Por voluntad propia aceptó el reto, y por la misma voluntad se alejaba.
Por los linderos de la política
Entonces pasó algo en ese lapso. El bicho de la política se apoderó de él. Y apareció ese mismo año en una lista para el Congreso por la agrupación ‘Avancemos’, que encabezaba Rafael Rey Rey.
En abril del 2000, al darse las elecciones -el de la re-reelección de Fujimori- se confirmó que había ingresado como congresista electo al Parlamento nacional. Lo hizo con 11.019 votos. De su lista solo ingresaron Rafael Rey (27.004 votos) y José Luis Elías Ávalos (8.363 votos), quien como ‘trásfuga’ se pasó a las filas del oficialismo (Perú 2000) días antes de juramentar el cargo.
Desde el 28 de julio de ese año, la posición de esa minibancada de ‘Avancemos’ fue, en líneas generales, de oposición moderada. Por ejemplo, se negaron a apoyar lo que la oposición de entonces exigía: la vacancia presidencial.
Ante la renuncia de Francisco Tudela por motivos de salud de la Junta Preparatoria del nuevo Parlamento, Martínez Morosini fue convocado por ser el segundo congresista con más edad (71 años) después de Martha Hildebrandt, quien fue la presidenta de dicho grupo.
Esa etapa acabó antes del fin de ese turbulento año por el derrumbe político y moral del gobierno fujimorista que todos recordamos.
Un reposo activo
Pasada esa tormenta política, y luego de un reposo mediático, volvió al canal que lo vio crecer profesionalmente. En julio del 2003 asumió la jefatura de Relaciones Públicas de Panamericana Televisión, en la administración de Genaro Delgado Parker, y a veces aparecía en cámaras.


Pero a fines del 2007 terminó esas apariciones tras leer un noticiero y decir: “Muchas gracias, han sido ustedes muy generosos y adiós”. Luego fue gerente de la filial de Panamericana Televisión en el sur, que comprende Arequipa, Cusco, Puno y Juliaca.
En diciembre del 2012, El Comercio lo entrevistó brevemente en Huánuco, donde llegó de visita. Allí confesó que le gustaría volver al periodismo, pero con un programa propio a nivel nacional ya sea en radio o televisión
Varias propuestas televisivas y radiales del interior del país, y hasta de universidades para que enseñara, le siguen diciendo a Humberto Martínez Morosini que la vida no se acaba a los 85 años. Más bien suele empezar de una manera muy inesperada y alentadora.

 SETIEMBRE 2015:

La familia de Humberto Martínez Morosini informó sobre la muerte del periodista en su cuenta de Facebook.

“A toda la familia y amigos que estuvieron acompañándonos con su apoyo y oraciones durante esta semana, queremos darles las gracias e informarles que mi papi fallecio el dia de hoy a las 5 de la mañana. Después informaremos los detalles de velorio para quienes quieran acompañarlo”, escribió uno de los hijos del periodista.

El periodista Humberto Martínez Morosini se encontraba en la unidad de cuidados intensivos y su estado de salud era reservado.



ABELARDO SANCHEZ LEON



ABELARDO SANCHEZ LEON
Sus padres fueron Abelardo Sánchez León y Sara María Ledgard Jiménez, hija del banquero Carlos Ledgard Neuhaus. Estudió secundaria en el Markham College y, luego ingresó a la Pontificia Universidad Católica del Perú, de la que obtuvo el grado de bachiller en Ciencias Sociales, en 1972, y de licenciado, en 1979. En 1974, hizo una maestría en la Universidad de París X Nanterre.
En 1966, obtuvo el primer premio de los Juegos Florales de la Universidad Católica. En 1980, obtuvo la Beca Guggenheim otorgada por la John Simon Guggenheim Memorial Foundation y, en 1989, la Fulbright del Programa Fulbright.
Fue vice-presidente de Desco y es director de la revista Quehacer y profesor principal del Departamento de Comunicaciones de la Universidad Católica.


Con más de una docena de obras publicadas, ‘Balo’, como le dicen sus buenos amigos y entrañables alumnos de la universidad Católica, es un romántico empedernido y un soñador por excelencia.
Con más de una docena de obras publicadas, ‘Balo’, como le dicen sus buenos amigos y entrañables alumnos de la universidad Católica, es un romántico empedernido y un soñador por excelencia. Su última novela, ‘Resplandor de noviembre’, narra cómo la amistad se fortalece con los años y la difícil, pero importante tarea de conservarla. En esta entrevista, nos confiesa que el paraíso queda en el corazón de una mujer.


–¿Cuál ha sido tu mayor travesura de infancia?
–Trepar techos. Fui un barón rampante a lo largo y ancho de mi manzana. La familia Loveday es testigo de mis hazañas.
–Eres escritor, periodista, profesor, poeta, ¿cuál de todos estos oficios te resulta más entrañable?
–Me asumo como escritor. Fue la única certeza que tuve de niño. He buscado todo tipo de máscaras para mostrarme lo mejor posible.
–Acabas de publicar tu última novela, ‘Resplandor de noviembre’. ¿De qué se trata?
–Es un canto honesto a la amistad. Todo se puede perder, menos a un amigo. Perder a un amigo es lo más triste de la vida. La novela relata los avatares de un grupo de amigos que está dispuesto a mantener la amistad viva hasta el final de sus días.
–¿Qué se necesita para ser poeta?
–Ser poeta, nada más. No buscar, encontrar. Cultivar la paciencia y mantener el corazón limpio.
–¿Cuál es tu sueño o pesadilla recurrente?
–Estar en la cárcel. Creo que en mi vida anterior he sido un reo peligrosísimo. Algún día escribiré una historia sobre ese punto.
-¿En qué profesión no te hallarías nunca?
– Jamás sería taxista. Me mareo, me incomoda desplazarme. Enloquecería como Robert de Niro en ‘Taxi Driver’.
 –¿Qué película te ha hecho llorar? ¿Y reír?
–Varias. Tanto que ya no sé si río o lloro. ‘Vivir’, fue una y otra, ‘Érase una vez en América’. Ésta última la vi sucesivas veces en Bruselas, en el año 1984.
–¿Cuál ha sido el cambio de look más radical de tu vida?
–Haber engordado. Yo era flaco como una tripa. Nadie me cree, pero es verdad. Es el cambio de look radical perverso, propio de la edad.
–¿Qué estás leyendo?
–A Emily Dickinson. Me enseña la brevedad que no poseo. Me indica el camino a lo profundo a través de la aparente sencillez. A ella se le lee a solas, pero uno clama por compañía para compartirla.
–¿Qué regalo te gustaría recibir?
–Un beso.
–¿Qué ventajas tendría ser del sexo opuesto?
–Hacer menos papelones. Como me decía una amiga: “¡Qué cansador debe ser, ser hombre todo el tiempo!” Sobre todo en la edad adulta cuando todos esperan algo de nosotros.
–¿Cuál es la mejor canción de amor de todos los tiempos?
–‘¡Toda una vida!’. Es un bolero de cantina, donde los hombres lloran.
–¿En dónde queda el paraíso?
–En el corazón de una mujer, siempre y cuando te haga un sitio.
–¿Cuál es la peor mentira que han dicho de ti?
–Hay una sola, pero trato de olvidarla. La verdad es como el corcho, siempre sale a flote.
–¿Cuál es el mejor lugar para hacer el amor?
–En una bolsa de dormir en Mykonos, Grecia. Jóvenes, pletóricos y con la luna encima.
–¿Qué noticia te ha impactado recientemente?
–Un hecho que no ha salido en la televisión: en Yurimaguas una niña de doce años ha quedado embarazada de su cuñado. Y todo sigue su curso, menos la sonrisa de la chica.
–¿Con quién te gustaría estar en una isla desierta?
– Conmigo.
–Si pudieras viajar en el tiempo, ¿qué época te gustaría visitar?
–Todas las épocas son de terror. Ya me acostumbré a la época en la que vivo y aquí me quedo. Creo que todo tiempo pasado no fue mejor. Pero quizá me tienten esas tardes limeñas que recrea en sus cuentos Luis Loayza.
–¿En qué o quién te reencarnarías?
–En Lord Byron. Tiene la leyenda de haber vivido intensamente.
–Tienes 150 caracteres para tuitearle a la humanidad. ¿Qué escribirías?
–Yo no voy a tuitear jamás. Perdería el respeto de mis alumnos. Me gusta escribir bien, largo y tendido, tomándome mi tiempo. Creo que las cosas se hacen mejor cuando se hacen lentamente.
–En el día del Juicio Final, ¿irías al Paraíso, al Purgatorio, o al Infierno?
–Al Paraíso. Si he pecado ha sido contra mi voluntad, y ya lo pagué en la Tierra.
–¿Qué vas a hacer el próximo fin de semana?
–Estaré en México, tomaré Margaritas y pediré unos desayunos a todo meter.
– Si te quedara un día de vida, ¿qué harías?
–No desesperarme, conservar la calma, recordar y visitar a Patula Orellana que hace meses está en la clínica.
–¿Qué es lo más loco que has hecho por amor?
– Amar y hacer lo imposible para que dure.









OBRAS:
Nueva poesía. 1985
Poemas y ventanas cerradas. 1969
Poesía peruana 1970. 1970
Habitaciones Contiguas. 1972
Estos 13. 1973
Peru, the new poetry. 1977
Tugurización en Lima metropolitana. 1979
Oficio de sobreviviente. 1980
Buen lugar para morir. 1984
Risa y cultura en la televisión peruana. 1984
Antiguos papeles. 1987
El laberinto de la ciudad: Políticas urbanas del Estado, 1950-1979 (junto a Julio Calderón Cockburn). 1987
Por la puerta falsa. 1991
Historia del voleybol femenino peruano. 1992
Oh túnel de la herradura. 1995
La soledad del nadador. 1996
Fútbol: identidad, violencia & racionalidad. 1997
La balada del gol perdido: Lima, la seducción de la nostalgia. 1998
El mundo en una gota de rocío. 2000
El tartamudo. 2000
El viaje del salmón. 2005
El hombre de la azotea. 2008
Resplandor de noviembre, Lima, Penguin Random House Grupo Editorial Perú, 2012


FUENTES: ELLO & ELLAS / WIKIPEDIA

CLAUDIO REBAGLIATTI



CLAUDIO REBAGLIATTI
La música de la versión original, obra del gran compositor limeño José Bernardo Alcedo, fue presentada por primera vez el 18 de septiembre 1821, durante el concurso público que el libertador José de San Martín había organizado para elegir el que sería el Himno Nacional del Perú. Según cuenta el historiador Mariano Felipe Paz Soldán, ni bien el maestro Alcedo terminó de tocar su obra, San Martín se puso de pie exclamando: “Sin disputa, éste es el Himno Nacional del Perú”.
El estreno oficial se dio el 23 de septiembre de 1821, en el Teatro de Lima, en una función que contó con la presencia de San Martín y algunos próceres de la independencia. La voz de la legendaria soprano Rosa Merino fue la primera en entonar la letra del flamante Himno Nacional del Perú, obra del poeta iqueño José de la Torre Ugarte.
A partir de entonces y por muchos años más el himno se tocó como canción en Lima y como versión libre en gran parte del interior del Perú, ya que la distribución de las partituras a las zonas más alejadas era muy difícil debido a las condiciones geográficas. Todo esto trajo como consecuencia que la música que había conquistado los oídos de la generación de la independencia comenzara a perderse.
En 1869, un anciano José Bernardo Alcedo decide poner orden y rescatar la melodía original, comisionando esa labor a su joven asistente italiano de 26 años, Claudio Rebagliati.
Claudio nació el 06 de octubre de 1843 en Noli (Savona). En 1857 se traslada con toda su familia de Italia a Chile; posteriormente, en 1863, se establece en Lima donde llega a tener gran éxito como compositor y profesor de música.

A las ordenes de su mentor, Bernardo Alcedo, logra restaurar la partitura original del Himno Nacional del Perú, adaptándola para su ejecución con orquesta, dándole además algunos toques “verdianos” que la versión original carecía, y que pusieron en primer plano la hermosa melodía compuesta por su maestro. La introducción musical que suena antes del “Somos libres…”, es obra suya, y es una clara muestra de lo refinado de su estilo, y la calidad de sus trabajos los cuales por desgracia se perdieron en el incendio que sufrió su casa de Miraflores, en el verano de 1881, quedando para la posteridad sólo algunas producciones que hoy en día están en manos de coleccionistas.

Lamentablemente, también la versión del Himno Nacional del Perú que entregó Rebagliati sufrió algunas modificaciones a lo largo del tiempo, debido a que los sucesivos gobiernos militares no querían una versión lírica, sino más bien una de tipo marcial, siendo notorio en ese sentido la incorporación de timbales y platillos a la obra del maestro italiano.
Según el director de orquesta, Miguel Harth-Bedoya, quien encontró una de las copias de la partitura original del Himno Nacional del Perú restaurado por Claudio Rebagliati, fue en 1936 en ocasión de los Juegos Olímpicos de Berlín, que el presidente Oscar R. Benavides mandó a hacerle las últimas modificaciones, encargándole esta labor al músico austriaco Leopold Weninger.


Sin bien es cierto los cambios que ha sufrido la versión de 1869 son mínimos y casi imperceptibles para la gente, señala Harth-Bedoya, un oído bien entrenado en música puede sacar las “metidas de mano” que ha sufrido la obra a lo largo de la historia.

A continuación les presentamos la versión original del Himno Nacional del Perú restaurada por Claudio Rabagliati y dirigida por el maestro Miguel Harth-Bedoya. Vale recordar que una de las últimas veces que se escuchó esta versión fue en 1900, justamente dirigida por el propio Claudio Rebagliati pro fondos para la construcción de un monumento de otro ilustre italo-peruano, Francisco Bolognesi.

JOSE BERNARDO ALCEDO.



José Bernardo Alcedo

Nació en Lima en 1798. Fueron sus padres el médico José Isidoro Alcedo y Rosa Reluerto. En 1807 viste el hábito de hermano terciario o donado del convento de Santo Domingo. Descubre su vocación por la música y recibe las enseñanzas en ese campo de los frailes Pascual Nieves y Cipriano Aguilar, maestros de capilla de los conventos de Santo Domingo y San Agustín, respectivamente. Se encarga de la instrucción de coros infantiles y a la edad de 18 años compuso su primera misa en re mayor. El 7 de agosto de 1821, pocos días después de ser proclamada la independencia, José de San Martín convoca a concurso para componer la marcha nacional o himno de la patria. Alcedo se une a José de la Torre Ugarte (1786-1831), con quien ya había compuesto la canción popular La chicha , de carácter satírico y rebelde. El 17 de setiembre de 1821, entre siete composiciones finalistas, es escogida como ganadora la de la autoría de Alcedo, que por mucho tiempo fue conocida como canción nacional, según Luis Alberto Sánchez. El antiguo maestro de Alcedo, Cipriano Aguilar, también participó en dicho concurso. Informalmente el himno se estrenó el 21 de setiembre en el teatro Principal, ante el anuncio de la capitulación de La Mar en el Callao.

Oficialmente se estrenó el 23 de setiembre en la voz de Rosa Merino, siendo la orquesta dirigida por el propio Alcedo, según Carlos Raygada.
El 15 de agosto de 1822 Alcedo se incorpora a las fuerzas patriotas en la clase de subteniente con el cargo de músico mayor en el batallón número 4 de Chile país al que viaja en 1823, pidiendo luego su baja. Se dedica entonces a impartir clases particulares de música e integra después el coro de la catedral de Santiago, en la que llega a ser maestro de capilla (1847). Se sabe que regresó al Perú hasta en dos ocasiones (1829 y 1841), llegando a ofrecer sus servicios como profesor de música a través de avisos publicados en la prensa limeña. En 1857 contrae matrimonio con la dama santiaguina Juana Rojas Cea y en 1864, llamado por el gobierno peruano, regresa definitivamente al Perú. Se le asigna una pensión honorífica y es nombrado director de las bandas del ejército. Ya establecido en Lima, tiene ocasión de comprobar que el himno nacional compuesto por él había sufrido diversas modificaciones, tanto en la música como en a letra, aceptando sin embargo algunos arreglos hechos por el maestro italiano Claudio Rebagliati (1843-1909). La accidentada historia de las versiones del himno patriótico no finalizaría sino muchos años después, habiéndose convocado inclusive un concurso oficial en 1901, para sustituir la letra de José de la Torre Ugarte, en el que resultó triunfador el poeta José Santos Chocano. Sin embargo, por ley N° 1801 del 26 de febrero de 1913 se anula tal resultado y se declara intangible la versión original del himno compuesta por Alcedo y De la Torre Ugarte, incorporando los arreglos de Rebagliati.



Alcedo es elegido como primer vicepresidente de la sociedad filarmónica en 1867 y designado un año después presidente honorario vitalicio de dicha institución. Publica en 1869 su Filosofía elemental de la música y dos años más tarde, en la iglesia de la Merced, ejecuta con notable éxito su obra Miserere. Fallece en Lima el 18 de diciembre de 1878 y sus restos reposan en el Panteón de los Proceres. Entre las numerosas obras que compuso figuran no solamente marchas e himnos militares (Himno guerrero, El Dos de Mayo, La Araucana) sino también temas religiosos (Pasión para el Domingo de Ramos, Trisagio solemne a la Santísima Trinidad) y canciones populares (La Cora, La Pola).

La fecha de nacimiento de Alcedo, así como muchos detalles de su vida, son motivo de permanente polémica y versiones divergentes. En 1945, el investigador Carlos Raygada encontró la partida de defunción de Alcedo, de cuyo texto puede deducirse que habría nacido en 1788. La fuente de los datos consignados en dicha partida no ha sido confirmada sin embargo.

domingo, 20 de septiembre de 2015

MARIA CALLAS



María Callas

(Maria Anna Sofia Cecilia Kalogeropoulos; Nueva York, 1923-París, 1977) Soprano estadounidense de origen griego. Convertida en un mito que sobrepasa con mucho el estrecho círculo de los amantes de la ópera, a ello han contribuido, sin duda, su portentosa voz, capaz de los matices y colores más insospechados, y su personal forma de abordar la interpretación de los personajes en escena. Verista, sensual y moderno, su estilo revolucionó los usos y costumbres de los grandes divos y divas de su época, mucho más estáticos en sus movimientos. También ayudaron a la gestación del mito, en buena medida, su desdichada vida privada y su prematura muerte.



Hija de un emigrante griego, María Callas regresó con su familia a Atenas cuando contaba trece años. Poco después ingresó en el Conservatorio de la capital helena, donde tuvo como profesora de canto a Elvira de Hidalgo. Su formación fue lenta y nada había en ella que permitiera presagiar a la futura diva; miembro de la compañía de la Ópera de Atenas desde 1940 hasta 1945, tuvo oportunidad de familiarizarse con los grandes papeles de su cuerda y de ganar experiencia escénica. El estreno de la ópera de Manolis Kalomiris El contramaestre, uno de los pocos títulos del repertorio contemporáneo que abordó en su carrera, y los papeles titulares de Suor Angelica y Tosca de Puccini y de Leonora del Fidelio beethoveniano, fueron algunos de los títulos que interpretó en esta primera época.


Tras rechazar un contrato en el Metropolitan Opera House de Nueva York, marchó a Italia, donde debutó en la Arena de Verona en 1947 con La Gioconda de Ponchielli. El éxito que obtuvo en esas representaciones atrajo sobre ella la atención de otros prestigiosos teatros italianos. Su carrera estaba desde entonces lanzada: protegida por el eminente director de orquesta Tullio Serafin, cantó Turandot, de Puccini, Aida y La forza del destino, de Verdi, e incluso Tristán e Isolda, de Wagner, ésta en versión italiana.



Su personificación de la protagonista de la Norma de Bellini en Florencia, en 1948, acabó de consagrarla como la gran soprano de su generación y una de las mayores del siglo. La década de 1950 fue la de sus extraordinarios triunfos: en absoluta plenitud de sus medios vocales, protagonizó veladas inolvidables, muchas de ellas conservadas en documentos fonográficos de inestimable valor, en las que encarnó los grandes papeles del repertorio italiano belcantista y romántico para soprano.

Además, inició la recuperación de algunas obras olvidadas de autores como Cherubini (Medea, una de sus creaciones más impresionantes y cargadas de dramatismo), Gluck (Ifigenia en Tauride), Rossini (Armida) o Donizetti (Poliuto), práctica esta que sería imitada por otras insignes sopranos como Joan Sutherland o Montserrat Caballé. En esos años, el director de cine y teatro Lucchino Visconti firmó para ella algunos de sus montajes más importantes, como La Traviata que pudo verse en 1955 en la Scala de Milán o la Anna Bolena que en la misma escena se representó en 1957.



Su vida personal, sin embargo, distó mucho de ser afortunada: su primer matrimonio (1949) con el empresario G. B. Meneghini se rompió al cabo de diez años, y su posterior relación con el millonario griego Aristóteles Onassis tampoco le aportó la felicidad ni la estabilidad necesarias para proseguir su carrera.

Ésta perdió fuerza en la década de 1960, y en 1965 anunció que se retiraba de los escenarios a consecuencia de su frágil salud. No obstante, no abandonó el canto, y así, en 1974 realizó junto al tenor Giuseppe Di Stefano una gira de conciertos por Europa, Estados Unidos y Extremo Oriente. En estos años se dedicó también a la enseñanza musical en la Juilliard School. Su muerte repentina, a causa de un ataque cardíaco, dejó un hueco en el mundo de la lírica que ninguna otra soprano ha sido capaz de ocupar.

ROCIO JURADO



Rocío Jurado

(Rocío Mohedano Jurado; Chipiona, 1945 - Madrid, 2006) Cantante española de copla, flamenco y canción melódica. Su estilo, mezcla de referencias andaluzas, grandes orquestaciones y toques pop, caló en el gusto popular gracias a su dominio de la escena y a los matices de su voz, dúctil y potente al mismo tiempo. La constante presencia de su imagen en las revistas de actualidad fue sólo un reflejo de la admiración que despertaba entre el público.



Rocío Jurado inició muy tempranamente su carrera como intérprete de flamenco. En 1961 debutó en un concurso organizado por Radio Nacional de España en Sevilla. Animada por los miembros del jurado, entre los que figuraban conocidas personalidades del momento, se trasladó a Madrid, y meses después fue contratada para intervenir en el espectáculo del cantaor Enrique Castellón Vargas (apodado El Príncipe Gitano), en el que también participaba como artista de primera fila Manolo Escobar. Con él recorrió los más diversos escenarios, recogiendo las enseñanzas que sólo el contacto directo con el público puede proporcionar.



En 1967 debutó en el Teatro de la Zarzuela, de la mano de Rosita Ferrer, en el espectáculo Pasodobles. La tonadilla, estilo clave en las primeras etapas de su carrera, fue dando paso a otros géneros, mientras se ganaba la voluntad de un público que comenzaba a alejarse de los tópicos que siempre han mantenido la "canción española". Tras estrenar por su cuenta el espectáculo Rosa y aire, ganado ya el primer puesto entre las figuras de la música popular, comenzó a realizar constantes giras por Hispanoamérica, durante las cuales intervino en programas de televisión, y consiguió éxitos absolutos con álbumes como Un clavel (1971), Soy de España (1973) y Amor marinero (1977).



Tras eludir la etiqueta de "folclórica", su carrera prosiguió en ascenso, ganándose el respeto de los ortodoxos del flamenco cuando editó Por fandangos (1980), Canciones de España (1981) o Canciones de España inéditas (1988), álbumes en los que demostraba el respeto que siempre había tenido hacia las formas más genuinas del flamenco. En adelante, su faceta comercial (Como una ola, de 1982, por ejemplo) y su faceta purista irían alternándose en función de las necesidades de una carrera artística magníficamente planteada, en la que siempre contó con autores de sólido prestigio como Manuel Alejandro para componer sus temas.



El cine también reclamó su presencia; en la década de los sesenta protagonizó tres películas (Los guerrilleros, En Andalucía nació mi amor y Proceso a una estrella) y en la de los ochenta volvió, reclamada por el premiado director Carlos Saura, para intervenir en El amor brujo (1986) y Sevillanas (1992). Quienes tuvieron la oportunidad de presenciar su actuación en Azabache, espectáculo ofrecido por la organización de la Exposición Universal de Sevilla 1992, consideraron que su presencia fue la más significativa de la programación preparada para el evento.



Separada del ex boxeador Pedro Carrasco, con quien había contraído matrimonio en 1976, su boda en 1995 con el torero José Ortega Cano fue una auténtica bomba informativa. Su vida y la de su familia fueron un constante objetivo de los flashes de las cámaras no tanto por su condición de personaje popular, sino por la profunda admiración que siempre demostraron sus seguidores y por ser una de las artistas más queridas por el público. El éxito nunca mermó sus aptitudes ni sus ganas de trabajar, y siguió dando a luz nuevos trabajos: Como las alas al viento (1993), La Lola se va a los puertos (banda sonora, 1993), Palabra de honor (1994), Con mis cinco sentidos (1998), La más grande (2001) y Yerbabuena y nopal (2003).

En septiembre de 2004 anunció que padecía un cáncer de páncreas que la mantendría una temporada alejada de los escenarios. Rocío Jurado hubo de pasar un calvario de intervenciones y estancias en hospitales desde Houston hasta Madrid. Mientras tanto, su estado de salud era objeto de continuas especulaciones en la prensa del corazón.

En enero de 2006 reapareció en un programa especial en TVE, Rocío... ¡siempre!, en el que compartió escenario con grandes figuras de la canción española y latinoamericana. Concedió al periodista Jesús Quintero una entrevista en la que habló abiertamente de su carrera, sus pasiones y su dramática enfermedad; y recibió la Medalla de Oro al mérito en el trabajo, otorgada por el Consejo de Ministros. Pocos días después su estado volvió a empeorar, y fue intervenida otra vez. Fallecería seis meses después, la madrugada del 1 de junio. Su entierro y funeral, así como los actos conmemorativos que tuvieron lugar en Madrid y en su Chipiona natal, fueron multitudinarios.

FERDINAND PORSCHE




Ferdinand Porsche.

Nació el 3 de septiembre de 1875 en Maffersdorf, actualmente Vratislavice, República Checa, cerca de Reichemberf (hoy Liberec), en el Norte de Bohemia. Fue el tercero de los cinco hijos nacidos de la unión matrimonial de Anton Porsche y Anna Ehrlich. El apellido Porsche con toda seguridad se deriva del eslavónico Borislav. Al fallecer su hermano mayor, Ferdinand se convierte en el continuador obligado del prometedor oficio paterno.

Tras la escuela primaria, completó un aprendizaje de fontanería en la empresa de su padre. Ayudado por su madre, comenzó a asistir por las tardes a la escuela técnica imperial de Reichenberg. Poco después intercedió por él Ginzkey, que le consiguió la autorización paterna para trasladarse a Viena. Por su intermedio también se aseguró un empleo como estudiante en la "Sociedad de Electricidad Bela Egger S.A." que más tarde se convertiría en la famosa "Brown-Boveri". En Viena, ingresó en la Universidad Tecnológica como estudiante de tiempo parcial. Allí adquiriría el conocimiento teórico-científico del que carecía. Comenzaba así su precoz carrera a los 18 años de edad. Sus comienzos fueron de esfuerzo: años después recordaría que debió barrer talleres y aceitar maquinaria. Pero bien pronto se ganó el respeto de sus empleadores que reconocieron en él un sexto sentido para la solución de cualquier problema técnico. Sus innovadoras ideas siempre resultaban acertadas. En sólo cuatro años de duro trabajo se convirtió en jefe del departamento de ensayos y primer asistente de la sección de cálculo de costos.



En 1903 contrae matrimonio con Aloisia Johanna Kaes y en 1904 la pareja tiene una hija, Louise. Entre 1905 y 1923 fue el responsable del diseño de automóviles del fabricante Austro-Daimler. En 1909 nace su hijo Ferdinand ("Ferry"). En 1910 Ferdinand Porsche se impone en la carrera de larga distancia "Prinz-Heinrich-Fahrt" en un vehículo de 90 CV diseñado y conducido por él mismo.



Entre 1914 y 1918, desarrolla proyectos de gran importancia tales como remolques de artillería y sistemas de transporte que utilizan petróleo y electricidad para el ejército austríaco. Recibe la Cruz de Oficiales de la Orden Franz-Joseph del emperador austríaco y la Orden Prusiana al Mérito del emperador alemán. También recibe un doctorado honorario en ingeniería de la Universidad Tecnológica de Viena.



En 1923, Ferdinand Porsche se convirtió en Director Técnico y miembro del Consejo de Dirección de Daimler Motor Company, en Stuttgart. Coches deportivos de la talla del Mercedes SSK entraron en producción bajo su dirección. Sus logros fueron recompensados en 1924 cuando el Instituto de Stuttgart de Tecnología le otorgó un Doctorado Honorario en Ingeniería. Más adelante trabajó para la casa Daimler en Stuttgart, Alemania, unida a Benz en el año 1926.



Fundo su propia compañía de diseño en Stuttgart, y en 1934, junto a su hijo diseñaron el coche de motor trasero que iba a convertirse en el famoso escarabajo de Volkswagen. Fue en 1901 cuando el ingeniero Ferdinand Porsche desarrolló su primer vehículo de cuatro ruedas motrices. Su experiencia en este campo la recogió su hijo «Ferry» cuando fundó la marca Porsche. En 1948 se lanza el primer coche que lleva el nombre Porsche, el 356. En 1950 su compañía había comenzado a producir sus primeros automóviles de competición. Muchos de los conceptos técnicos creados por Ferdinand Porsche han logrado reconocimiento mundial, entre ellos el vehículo eléctrico Lohner-Porsche, el Mercedes SSK o el automóvil de competición Auto Unión.

Durante la II Guerra Mundial la compañía trabajó en el diseñó del carro de combate Tiger y otros vehículos militares para el régimen nazi, lo que provocó que Porsche fuera juzgado por crímenes de guerra en 1945, cuando contaba 70 años de edad. Fue absuelto y regresó a Stuttgart donde Ferdinand Porsche falleció el 30 de enero de 1951, poco después de cumplir 75 años.