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sábado, 19 de septiembre de 2015

Tomás de Torquemada



Tomás de Torquemada

Inquisidor general de Castilla y Aragón (Valladolid, 1420 - Ávila, 1498). Procedía de una influyente familia de judíos conversos de Castilla; su tío, Juan de Torquemada, fue cardenal y prior de los dominicos de Valladolid. Tomás ingresó muy joven en la orden de su tío y llegó a ser prior del convento de Santa Cruz de Segovia. Fue confesor de varias personas influyentes de la corte de los Reyes Católicos, que le pusieron en contacto con la reina Isabel.



En 1483 fue nombrado inquisidor general con autoridad sobre todos los reinos de las Coronas de Castilla y Aragón, para poner fin al desorden que había reinado en la Inquisición española desde que se fundara en 1478. Aunque no fue el primer inquisidor general, sí fue el verdadero organizador del Tribunal. Centralizó el Santo Oficio en torno al nuevo Consejo Supremo de la Inquisición, del cual fue primer presidente. Dictó las ordenanzas de 1484-85 y 1488, que crearon el procedimiento inquisitorial para perseguir a los herejes (mediante acusaciones anónimas, interrogatorio bajo tormento y penas que podían llegar hasta la hoguera).



Torquemada fue un riguroso perseguidor de toda disidencia religiosa, que llevó su celo ortodoxo hasta la crueldad. Convencido de la necesidad de la unidad religiosa, fue uno de los inspiradores de la expulsión de España de los judíos que no aceptaran convertirse al cristianismo (1492); y después aumentó el rigor en la persecución de los judeoconversos (a los que él mismo pertenecía), acusados frecuentemente de seguir practicando su religión en secreto.




Durante la estancia de la reina Isabel I de Castilla en Sevilla entre 1477 y 1478, el dominico sevillano Alonso de Ojeda, prior del convento de San Pablo, la convenció de la existencia de prácticas judaizantes entre los conversos andaluces. Un informe, remitido a instancias de los soberanos por el cardenal Mendoza, arzobispo de Sevilla, y por Tomás de Torquemada, vino a corroborar las sospechas. Para descubrir y acabar con todos los falsos conversos, en 1478, los reyes solicitaron bula papal para la creación del Tribunal de la Inquisición del Santo Oficio, como dependencia directa de la Corona.


 El 1 de noviembre de 1478 el papa Sixto IV promulgó la bula Exigit sincerae devotionis affectus, por la cual quedaba constituida la Inquisición para la Corona de Castilla.


En un principio, la actividad inquisitorial se limitó a las diócesis de Sevilla y Córdoba, donde inicialmente se había detectado el foco de conversos judaizantes. El primer auto de fe se celebró en Sevilla el 6 de febrero de 1481, donde fueron quemados vivos seis detenidos acusados de judeoconversos. El sermón lo pronunció el propio Alonso de Ojeda, bajo cuyos atentos desvelos había resurgido la Inquisición. Tras diversos problemas en la organización y aplicación de los nuevos poderes inquisitoriales, el papa Sixto IV nombró a Tomás de Torquemada para el cargo de inquisidor general en 1483 a instancias de la reina Isabel.


  

Al poco tiempo, el 17 de octubre de 1483, Torquemada fue nombrado por el papa Inocencio VIII “Inquisidor General del Principado de Cataluña, de la ciudad y del obispado de Barcelona”. Pero encontró una gran repulsa entre la población, negándose los concellers a prestar el juramento que les pedía el inquisidor. En 1484 Torquemada redactó el reglamento común que debía guiar las acciones de los inquisidores. La posterior extensión de su poder efectivo sobre la Corona de Aragón fue facilitada por el asesinato del inquisidor Pedro de Arbués en 1485 en Zaragoza, atribuido por las autoridades a una banda de herejes y judíos. Tras la gran repercusión social de este asesinato, la población comenzó a colaborar con el Santo Oficio.

Pocos años después, el supuesto asesinato ritual del llamado Santo Niño de La Guardia en 1491, igualmente atribuido a una banda de judíos, pudo influir en la proclamación del Edicto de Granada, que ordenó la proscripción de todos los judíos de España para el 2 de agosto de 1492, y del que se le considera más que probable autor.



En 1493 se retiró al convento de Santo Tomás de Ávila, donde en 1498, a la edad de 77 o 78 años, acaeció su muerte.

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