La
tradicional Fiesta de Santa María Reina de los Ángeles, conocida como
"fiesta de la Porciúncula", congregó ayer a cientos de personas en
los templos, conventos y casas franciscanas en distintas ciudades del Perú y a
nivel mundial.
El
famoso "puchero franciscano" es una sopa o menestrón elaborado con
productos obtenidos de donaciones caritativas (choclo, papa, diversas carnes,
col, habas, etc.) y se comparte con todas las personas que asiste a la misa.
Esta
festividad se vivió ayer con mucho fervor y alegría, reviviendo el mismo
espíritu que la celebración tuvo en sus orígenes hace más de ochocientos años.
En Perú se realiaz hace alrededor de
trescientos sesenta años.
En el
Convento San Francisco de Lima, en el Convento de los Descalzos del Rímac y en
diferentes casas de las fraternidades de la Orden Franciscana Seglar, se
compartíó la "Porciúncla" (porción).
En
otras ciudades, como Trujillo y Arequipa también los franciscanos compartieron
el puchero, luego de la celebración de la Santa Misa.
En la
"Ciudad Blanca", el diario Correo de Arequipa informó que "más
de mil personas desde las 12:00 horas de hoy (ayer) disfrutaron del
"Puchero", que se preparo en la Tercera Orden Franciscana de
Arequipa, al celebrarse la fiesta de Porciúncula que la organiza el Consejo
Regional de la Orden Franciscana Seglar del Sur que tiene como Ministra a la
hermana Blanca Pacheco de Álvarez, quien indicó que gracias al apoyo de muchas
personas se pudo atender a personas de toda condición social y especialmente a
las más pobres.
Agrega
el periódico sureño que "la actividad se inició con la misa dedicada a la
Virgen Santa maría de Los Ángeles de la Porciúncula, que fue celebrada por el
padre Luis Avalos Navarro en la Iglesia de la Tercera Orden Franciscana".
Cabe
señalar que en esta fiesta hay una indulgencia plenaria concedida por la
Iglesia Católica, por lo cual también se le conoce como la "Fiesta del
perdón".
ORÍGENES
DE LA PORCIÚNCULA
Fr. Tomás
Gálvez.
En la
segunda mitad de julio de 1216, cuando faltaba poco para el 2 de agosto, primer
aniversario de la consagración de Santa María de la Porciúncula, Francisco se
presentó con fray Maseo ante el papa, y le pidió "una indulgencia para el
aniversario de la consagración, sin necesidad de limosnas". El papa se
sorprendió, pues la ayuda económica era imprescindible en estos casos. Con todo
le ofreció un año, más de lo habitual, pero al Santo le pareció poco uno, dos,
tres o siete años, y replicó: "Plazca a vuestra santidad concederme almas,
no años". Y, ante la extrañeza del pontífice, le explicó: "Quiero, si
place a vuestra santidad, por los beneficios que Dios ha hecho y aún hace en
aquel lugar, que quien venga a dicha iglesia confesado y arrepentido quede
absuelto de culpa y pena, en el cielo y en la tierra, desde el día de su
bautismo hasta el día y hora de su entrada en ella ".
La
perplejidad del papa estaba más que justificada: el Concilio Lateranense IV,
pocos meses antes había limitado a un año la indulgencia para la dedicación de
una iglesia, y a sólo cuarenta días para el aniversario, con el fin de
favorecer la única indulgencia plenaria que existía entonces, la de Ultramar,
establecida por el Concilio de Clermont (1095) con motivo de la Primera
Cruzada. En un principio estaba reservada a los peregrinos de Tierra Santa y a
los cruzados, pero el Concilio acababa de hacerla extensiva a quienes
colaboraran materialmente con la Cruzada. Por tanto, una indulgencia plenaria
sin riesgo físico ni coste económico, con la sola condición de acudir a la
Porciúncula sinceramente arrepentidos, era algo inconcebible; de ahí que el
papa respondiera: "Mucho pides, Francisco. La Iglesia no suele conceder
tales indulgencias". A lo que él replicó: "Messer, lo que pido no
viene de mí, es el Señor quien me envía". Entonces el pontífice exclamó,
por tres veces: "¡Me agrada que la tengas!".
Pero
los cardenales, temiendo el golpe que tal indulgencia podía suponer para la
Quinta Cruzada que se estaba organizando, hicieron notar enseguida al pontífice
que tal concesión echaba por tierra la de Ultramar, mas él argumentó: "Se
la hemos concedido y no podemos echarnos atrás, pero la limitaremos a un solo
día natural", y así se lo comunicó a Francisco, quien, por respuesta, hizo
una reverencia y se dispuso a marcharse, pero el Papa lo detuvo, diciéndole:
"¡Simple! ¿A dónde vas sin documento alguno?" "Me basta vuestra
palabra -replicó él, alérgico como era a los privilegios-. Si es de Dios, ya se
encargará de manifestarla. No quiero documentos. Que la Virgen sea el papel,
Cristo el notario y los ángeles, testigos".
Logrado
su objetivo, Francisco regresó, contento, a Asís. Al llegar a Collestrada se
detuvo a descansar y a orar junto al leprosería. Poco después llamó a Maseo y
le dijo: "De parte de Dios te digo que la indulgencia concedida por el
papa ha sido confirmada en el cielo".
Los
biógrafos más antiguos no mencionan expresamente esta importante concesión
pontificia, pero cuentan que un hermano muy espiritual, a quien Francisco
quería mucho (probablemente fray Silvestre), antes de su conversión soñó que en
torno a la iglesita de la Porciúncula había una multitud de personas ciegas, de
rodillas, con el rostro y las manos levantadas al cielo y pidiendo a Dios, con
lágrimas, luz y misericordia. Y, de repente, un gran resplandor del cielo los
envolvió y les devolvió la vista.
La
referencia explícita más antigua y autorizada sería una carta de San
Buenaventura, ministro general entre 1257 y 1273, hoy desaparecida,
inventariada en 1375 en la biblioteca papal de Aviñón bajo el título: "De
indulgentia Beate Marie Portuensi (léase Portiunculae) Assisii". Pero los
testimonios más importantes fueron los recogidos por fray Ángel de Perusa,
ministro de la provincia umbra de San Francisco (1276-7), que sirvieron de base
para el Diploma del obispo Teobaldo de Asís (1310), que es el relato más
completo y autorizado.
Entre
los testigos estaba Pedro de Zalfano, presente el 2 de agosto de 1216 en la
Porciúncula, donde "oyó predicar a San Francisco en presencia de siete
obispos, y llevaba un papel en la mano, y dijo: Os quiero llevar a todos al
paraíso, y os anuncio una indulgencia que tengo de boca del sumo pontífice. Y
todos los que vengan hoy, y los que vendrán cada año, este mismo día, con
corazón bueno y contrito, tendrán la indulgencia de todos sus pecados. Yo la
quería para ocho días, pero sólo pude conseguir uno". Aunque Pedro de
Zalfano hace coincidir la proclamación con "la consagración", según
una nota del Sacro Convento de Asís, de la primera mitad del siglo XIII, y el
testimonio de Giacomo Coppoli, que se lo oyó decir a fray León, lo que se
celebraba ese día era el primer aniversario de la consagración.
La
concesión, por voluntad de Francisco, nunca estuvo avalada por ninguna bula, de
ahí que, años más tarde, algunos dudaran de la misma, y fue por ese motivo por
el que frailes y asisanos se vieron obligados a recoger testimonios jurados de
los pocos testigos directos y indirectos que aún vivían. Sin embargo, ningún
papa se manifestó nunca contrario, más bien la confirmaron y, poco a poco, la
fueron haciendo extensiva a otras muchas iglesias. Además, la ignorancia sobre
el tema unos siglos después llevó a creer que la Indulgencia se podía obtener
en la Porciúncula todos los días del año, y también esto fue aceptado por
diversos pontífices, no sólo para Santa María, sino también para la Basílica de
San Francisco. En cierto modo se han cumplido las palabras del Santo, cuando
dijo: "Si es obra de Dios, ya se encargará él de manifestarla".
Colaboraciones
con al Porciuncula en Lima: (511)427-1381
Nueva
Obra Seglar de la Hermana Clelia Punin (511) 990065073.
The traditional Feast of St. Mary Queen
of Angels, known as the "Feast of the Porziuncola", brought together
hundreds of people yesterday in churches, convents and Franciscan houses in
different cities of Peru and worldwide.
The famous "Franciscan pout"
is a soup or minestrone made with products obtained from charitable
donations (corn, potatoes, various meats, cabbage, beans, etc.) and is shared with
everyone who attends Mass.
This festival was experienced yesterday
with much fervor and joy, reliving the same spirit that the celebration had its
origins more than eight hundred years. In Peru realiaz makes about three
hundred and sixty years.
In the Convento San Francisco de Lima,
in the Convent of Discalced Rimac and in different houses of the fraternities
of the Secular Franciscan Order, is shared the "Porciúncla"
(portion).
In other cities such as Trujillo and
Arequipa also the Franciscans shared the pot, after the celebration of Holy
Mass.
In the "White City" of
Arequipa newspaper Correo reported that "more than a thousand people from
12:00 pm today (yesterday) enjoyed the" stew "which was prepared in
the Franciscan Third Order of Arequipa, to be held the party Porciúncula which
is organized by the Regional Council of the Secular Franciscan Order South
whose Minister to the White sister Pacheco Alvarez, who said that thanks to the
support of many people could meet people from all walks of life and especially
the poorest.
Add the southern newspaper that
"the activity began with the Mass dedicated to the Holy Virgin Mary of the
Angels of the Portiuncula, which was celebrated by Father Luis Avalos Navarro
in the Church of the Third Order Franciscan."
Note that in this event there is a
plenary indulgence granted by the Catholic Church, so it is also known as the
"Feast of forgiveness."
ORIGINS OF PORCIÚNCULA
Fr. Thomas Galvez.
In the second half of July 1216, when
there was little to August 2, the first anniversary of the consecration of St.
Mary of the Portiuncula, Francis was presented with Brother Masseo before the
pope, and asked for "an indulgence for the anniversary of consecration,
without alms ". The Pope was surprised, because the financial aid was
essential in these cases. Yet he offered one year, more than usual, but the
Holy seemed little one, two, three or seven years, and replied: "May it
please your holiness give me souls, not years." And, to the surprise of
the pontiff, he explained: "I want, if it please your holiness, for the
benefits that God has done and still does in that place, that whoever comes to
that confessed church and repented remain absolved of guilt and shame, in
heaven and on earth, from the day of his baptism until the day and time of
their entry into it. "
The perplexity of the pope was more than
justified: the Fourth Lateran Council, a few months before had been limited to
one year indulgence for the dedication of a church, and only forty days to the
anniversary, in order to favor the only plenary indulgence that existed then,
overseas, established by the Council of Clermont (1095) on the occasion of the
First Crusade. At first it was reserved for pilgrims from the Holy Land and the
Crusaders, but the Council had to extend it to those who collaborate materially
Crusade. Therefore, a plenary indulgence without physical risk or cost, with
the only condition to go to the Porziuncola sincerely repentant, was
unthinkable; hence the pope answered: "Many ask, Francisco The Church does
not usually grant such indulgences.". To which he replied: "Messer, I
ask not come from me, is the Lord who sends me." Then the high priest
exclaimed three times: "I am glad you have it!".
But the cardinals, fearing the blow that
such indulgence could mean for the Fifth Crusade was organized, made
immediately notice the pontiff that such a concession threw by earth overseas,
but he argued, "is we have granted and we can not turn back but we limit
ourselves to a single calendar day ", and so he told Francis who, for an
answer, bowed and started to leave, but the Pope stopped him, saying:"
Simple where are you going without! any document? " "Your word is
enough for me, 'he replied, allergic as was the privileges-. If it is of God,
and will handle express it. I do not want documents. May the Virgin is the role
Christ the notary and angels, witnesses".
Achieved its objective, Francis
returned, glad, to Assisi. When you reach Collestrada stopped to rest and to
pray at the leprosarium. Shortly after he called Masseo and said: "From
God I tell you the indulgence granted by Pope has been confirmed in the
sky".
The earliest biographers do not
expressly mention this important papal concession, but have a very spiritual
brother whom Francisco loved (probably Silvestre Brother), before his
conversion dreamed about the little church of the Portiuncula was a crowd of
people blind, knees, his face and hands raised to the sky and asking God, in
tears, light and mercy. And suddenly, a great sky glow enveloped them and returned
their sight.
The oldest and most authoritative
explicit reference would be a letter of San Buenaventura, general minister
between 1257 and 1273, now defunct, inventoried in 1375 in the papal library in
Avignon under the title: "De indulgentia Beate Marie Portuensi (read
Portiunculae) Assisii". But the most important testimonies were collected
by Fray Angel of Perugia, Minister of the umbra province of San Francisco
(1276-7), which formed the basis for the Diploma of Teobaldo Bishop of Assisi
(1310), which is the most complete story and authorized.
Among the witnesses was Peter Zalfano
present the August 2, 1216 in the Portiuncula, where "heard preach to San
Francisco in the presence of seven bishops, and wearing a paper in his hand,
and said, We want to bring all to paradise and I proclaim an indulgence that I
have to face the high priest. and all who come today, and those who come every
year, this very day, with good and contrite heart, have the indulgence of all
their sins. I wanted to eight days, but I could only get one ". Although
Pedro de Zalfano matches the proclamation "consecration" according to
a note of the Sacred Convent of Assisi, in the first half of the thirteenth
century, and the testimony of Giacomo Coppoli, who heard it from Brother Leo, what
is held that day was the first anniversary of the consecration.
The grant, by the will of Francis, was
never supported by any bula, hence, years later, some doubted it, and it was
for that reason that monks and asisanos were forced to gather sworn testimony
of the few direct and indirect witnesses still living. However, no pope never
said otherwise, rather confirmed and gradually extended to the making were many
other churches. In addition, ignorance on the subject a few centuries later led
to believe that leniency could be obtained at the Portiuncula every day of the
year, and this was accepted by various pontiffs, not only for Santa Maria, but
also for the Basilica of San Francisco. In a way they fulfilled the words of
the Holy, saying, "If it is God's work, and he will take care to
manifest."
Collaborations with the Porciuncula in
Lima: (511)427-1381 Sister: Maria Pardo.
New Secular Work of Sister Clelia Punin
(511) 990 065 073.
Fuente:
http://prensafranciscanaperu.blogspot.pe/2011/08/fiesta-de-la-porciuncula-congrego.html
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