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miércoles, 10 de febrero de 2016

EVA AYLLON / CRIOLLA DEL PERU




Una de las mayores exponentes de la música afro-peruana y los valses criollos sin duda es Eva Ayllón, una mujer decidida y con mucha personalidad que tras sus largos años de trayectoria artística ha demostrado saber muy bien lo que hace, por lo que se ha ganado el respeto y admiración del público peruano, por eso en los escenarios es un verdadera diosa que engalana a todos los asistentes con su prodigiosa voz y con temas que llegan a las entrañas de quienes las siguen y corean cada una de sus canciones. 


Esta admirada cantante de música peruana gracias a su talento fue escalando profesionalmente y actualmente es una de las mejores intérpretes folcloristas peruanas con mayor proyección internacional.

Esta talentosa cantante nació el 7 de febrero de 1956 en Lima – Perú, su verdadero nombre es María Angélica Ayllón Urbina, pero es conocida como Eva Ayllón, un nombre que adoptó en honor a su querida abuela que fue quien la crió y la apoyó incondicionalmente en todo momento para que inicie su carrera artística, desde que tenía sólo tres años ya mostraba sus dotes artísticos en canto, participando en cuanta actuación había en su colegio, lamentablemente no pudo iniciar su vida artística a temprana edad pues su familia era muy humilde y Eva tenía que estudiar y trabajar para apoyarlos.


Su amor por la música y su indudable talento la llevó a conocer al guitarrista Javier Munayco, con quien realizaba ensayos y trabajaba su voz, con él también aprendió a pararse sobre un escenario, pues le enseñó a corregir sus posturas y adoptar algunos movimientos corporales para una buena interpretación.



Fue en 1970 que se decide y empieza a cantar en concurridas peñas criollas, como, “La peña de los Ugarte”, “el Callejón de un sólo caño” o el “Rinconcito Monsefuano”, en cada presentación su talento era indiscutible por lo que fue muy bien aceptada y aplaudida por el público que la convirtió en su favorita, por eso el año 1973 fue invitada a ser la voz principal del grupo peruano, “Los kipus”, esa oportunidad le abrió camino a fama pues gracias a ello comenzó a ser más conocida en el ambiente musical.


Después de su salida de Los Kipus, Eva comienza a proyectarse en trabajos como solista por lo que empieza a trabajar en lo que sería su primer disco, muy bien llamado, “Esta noche… Eva Ayllón”, que salió a la venta el año 1979 y fue un rotundo éxito que desde allí y los años siguientes le abrió las puertas para internacionalizarse pues es invitada a realizar presentaciones en varios países como, México, Ecuador, Argentina, EEUU, Canadá, Chile, Japón, entre otros, en 1997 realizó su primera gira de 45 días por varias ciudades Europeas.


El año 2006 lanzó al mercado su otra producción llamada “Eva Ayllón Live From Hollywood” que es un DVD donde se le ve cantando en vivo con grandes artistas invitados como: Marco Campos, Rony Campos, Arturo Velasco, Ramón Satagnaro, Allan Phillips, entre otros, en este video grabado en el Ford Amphitheater de Hollywood de California se puede apreciar todo el talento, esencia y personalidad que esta cantante ofrece en sus conciertos.


Otras de sus entregas discográficas han sido "Kimba Fá", que fue nominado en la categoría Mejor Álbum Folklórico al Grammy Latino, otra de sus producciones es, "Eva Ayllón canta a  Chabuca Granda", un material en CD y DVD que es un gran homenaje a la gran Chabuca Granda, grabado en el Teatro Ateneo de Argentina, también está el trabajo llamado, “40 Años de Clásicos Afro Peruanos” que fue nominado al Grammy Latino 2011 en la categoría Mejor Álbum Folklórico.


 


RICARDO PALMA



Ricardo Palma
(Lima, 1833 - Miraflores, 1919) Escritor peruano, creador de un género intermedio entre el relato y la crónica, que renovó la prosa sudamericana. Aunque se le considera integrante de la escuela romántica, su obra no obedece del todo a sus presupuestos, salvo por algunos matices estilísticos que empleó como soporte formal. Es cierto que en su juventud hizo una apasionada defensa del romanticismo, pero luego lo juzgaría con gran severidad y trazaría su propio derrotero artístico.


Hijo de familia humilde, realizó sus estudios en el Colegio de Noel, el Colegio de Orengo y el Convictorio de San Carlos, donde al parecer fue alumno externo. En 1848 empezó su carrera literaria, según propia confesión, formando parte del grupo que después él mismo denominaría "La bohemia de mi tiempo". Comenzó escribiendo poesía, a la vez que ejercía el periodismo en diversas publicaciones periódicas (la mayoría de existencia efímera) como redactor o crítico de espectáculos, para lo cual usó múltiples seudónimos.

En 1849 escribió su primer drama, El hijo del sol, que no se llegó a representar, y aunque obtuvo algún éxito en el poco exigente medio limeño, alrededor de 1858 dejó de escribir teatro. En la actualidad sólo conocemos de su producción teatral el drama Rodil (1851), redescubierto cien años después de su publicación (pues Palma procedió a la destrucción de los ejemplares) y la comedia El santo de Panchita, escrita en colaboración con Manuel Ascensio Segura e incluida en la recopilación de obras de este último publicada con el título de Teatro (1869). Tras probar el género histórico con el libro Corona patriótica (1853), Palma empezó a componer de relatos breves de diversa índole, desde el ensayo costumbrista al romance histórico, que serían el germen de sus posteriores Tradiciones peruanas.


En 1853 pasó a formar parte del Cuerpo Político de la Armada Peruana como oficial tercero, correspondiéndole prestar servicio en la goleta Libertad, el bergantín Almirante Guisse, el transporte Rímac (donde estuvo a punto de morir a consecuencia del naufragio de la nave en marzo de 1855) y el vapor Loa. En 1857 fue separado momentáneamente del ejercicio de su cargo por haber secundado la sublevación del general Ignacio de Vivanco contra el gobierno de Castilla, pero su participación política más importante se produjo en 1860, con ocasión del frustrado asalto a la casa del presidente ejecutado por un grupo de civiles y militares de tendencia liberal, liderados por José Gálvez.

Tras el fracaso del intento golpista, Palma se embarcó rumbo a Chile y llegó a Valparaíso los últimos días de 1860. Durante su permanencia en esta ciudad, el escritor frecuentó los salones literarios y perteneció a la Sociedad Amigos de la Ilustración, colaborando en la Revista del Pacífico y la Revista de Sudamérica, de la cual llegó a ser redactor principal. En agosto de 1863, luego de ser amnistiado, emprendió el regreso al Perú.


En julio de 1864 fue nombrado cónsul en el Pará, pero parece que no llegó a ejercer el cargo, solicitando y obteniendo una licencia que empleó en viajar por Europa. En 1865 regresó al Perú para ponerse a órdenes del gobierno, que se encontraba en conflicto con España, participando en el combate del Callao del 2 de mayo de 1866 como asistente de José Gálvez. Al año siguiente intervino en la sublevación del coronel José Balta y, cuando Balta fue elegido presidente en 1868, lo nombró secretario particular; fue además elegido senador por la provincia de Loreto. Tras el asesinato de Balta en 1872, Palma se retiró a la política para dedicarse exclusivamente a la literatura. El mismo año publicó la primera serie de sus Tradiciones peruanas.

Cuando en 1879 se declaró la guerra con Chile, Palma ya era uno de los literatos más reconocidos del continente americano y colaborador frecuente de las principales publicaciones literarias sudamericanas. Durante la guerra participó en la defensa de la capital peruana. En 1881, las tropas de ocupación incendiaron su casa ubicada en el balneario de Miraflores, con lo que perdió su biblioteca personal, el manuscrito de su novela Los Marañones y sus memorias del gobierno de Balta.

Decepcionado, pensó aceptar el ofrecimiento que en 1833 le hizo el dueño del diario La Prensa de Buenos Aires para que se trasladase con su familia a esa ciudad para ejercer de redactor literario del periódico, pero el presidente Miguel Iglesias lo convenció para que aceptase la dirección de la Biblioteca Nacional del Perú, que se encontraba destruida como consecuencia de la guerra. Su labor al frente de esta institución, donde contó con un presupuesto exiguo, fue verdaderamente encomiable, no dudando en utilizar su prestigio literario para solicitar a personalidades de diversas partes del mundo la donación de libros, ganándose el apelativo de El bibliotecario mendigo.

El 28 de julio de 1884 Palma logró inaugurar la nueva Biblioteca Nacional del Perú. Siguió ocupándose de su dirección, labor momentáneamente interrumpida por su viaje a España como representante del Perú al Noveno Congreso Internacional de Americanistas, celebrado con ocasión del Cuarto Centenario del Descubrimiento de América (1892-93). En febrero de 1912 renunció al cargo por discrepancias con el gobierno, que nombró en su lugar al escritor Manuel González Prada, antiguo adversario de Palma.

González Prada atacó la gestión de su predecesor en una Nota informativa acerca de la Biblioteca Nacional (1912), lo que motivó la respuesta de Palma en su folleto Apuntes para la historia de la Biblioteca de Lima (1912), donde hace un recuento de su labor al frente de la institución. Alejado de su labor como bibliotecario y convertido en el patriarca de las letras peruanas, Palma se retiró a vivir al balneario de Miraflores, donde pasó los últimos años de su vida. Cuando murió fue enterrado con honras fúnebres correspondientes a Ministro de Estado y se declaró duelo nacional.


La obra de Ricardo Palma
De reconocido prestigio en el mundo cultural hispanoamericano, Ricardo Palma es la figura más significativa del romanticismo peruano y uno de los escritores mejor dotados del siglo XIX americano. Polifacético, espíritu renovador y progresista, su actividad literaria se desarrolla en campos muy diversos.
Como poeta siguió la corriente romántica europea de Zorrilla, Heine, Victor Hugo y Byron. Dentro del género lírico publicó Poesías (1855), Armonías. Libro de un desterrado (1865), Pasionarias (1870), Verbos y gerundios (1877) y Enrique Heine. Traducciones (1886). Reeditó gran parte de su obra poética en el libro Poesías (1887), que llevó como introducción el estudio "La bohemia limeña de 1848 a 1860. Confidencias literarias". Posteriormente publicó su poema A San Martín (1890), que originó una protesta del gobierno chileno por considerarlo ofensivo a ese país. Su último libro de versos fue Filigranas. Aguinaldo a mis amigos (1892). Fue también compilador de Lira americana. Colección de poesías de los mejores poetas del Perú, Chile y Bolivia (1865).
Entre sus trabajos históricos podemos mencionar Anales de la Inquisición de Lima (1863), el polémico Monteagudo y Sánchez Carrión. Páginas de la historia de la independencia (1877) y su Refutación a un compendio de historia del Perú (1886), cuyo ataque a los jesuitas motivó que el Congreso peruano declare la prohibición del establecimiento de esta orden religiosa en el país. Su labor como principal gestor y presidente de la Academia Peruana de la Lengua desde el 5 de mayo de 1887 está representada por los Anales de la Academia Correspondiente de la Real Española en el Perú (1887), y especialmente por sus valiosas sugerencias a favor de la admisión de nuevos vocablos contenidas en sus libros Neologismos y americanismos (1896) y Papeletas lexicográficas (1903). Publicó además Recuerdos de España (1898), sobre su viaje a ese país en 1892, que después sería reeditado con el título Recuerdos de España precedidos de La bohemia de mi tiempo (1899).
Párrafo aparte merecen las Tradiciones peruanas, relatos construidas a partir de hechos históricos o anécdotas populares de carácter ligero y burlesco que constituyen un género literario particular. Aunque Palma había escrito los primeros de estos relatos antes de su destierro a Chile, sólo varios años más tarde se decidió a editar la primera serie de sus Tradiciones (1872).
A este volumen le seguirían Tradiciones. Segunda serie (1874), Tradiciones. Tercera serie (1875), Tradiciones. Cuarta serie (1877), Tradiciones. Quinta serie (1883), Tradiciones. Sexta serie (1883), Ropa vieja (1889) y Ropa apolillada (1891). Después de publicar en Buenos Aires la primera edición extranjera de estos relatos (1890), publicó una edición en España con el título, desde entonces célebre, de Tradiciones peruanas (4 vols., 1893-96). Posteriormente a esta edición aparecieron Tradiciones y artículos históricos (1899), Cachivaches (1900), Mis últimas tradiciones peruanas y cachivachería (1906), Apéndice a Mis últimas tradiciones peruanas (1910) y una edición póstuma con el título El Palma de la juventud (1921). Tras su muerte, las hijas del escritor llevaron a cabo una edición definitiva de las Tradiciones peruanas que contó con el auspicio del gobierno peruano (6 vols., 1923-25).
El conjunto de la obra, en once series, es de una evidente grandiosidad, si bien hay un cierto desorden provocado por repeticiones, remansos fatigosos y temas muy dispares, entre éstos artículos críticos. Mitad historia y ficción, domina un fondo socarrón, intercalado con emotivas referencias al mundo americano. En el dilatadísimo proceso de su composición, Ricardo Palma fue poco a poco desligándose de la leyenda romántica española y perfilando un característico y personalísimo mundo, hasta madurar artísticamente en una especie narrativa, la tradición, en la que supo genialmente enlazar rasgos románticos (la leyenda, la novela histórica) y costumbristas (humor, espíritu crítico de los usos e instituciones nacionales, habla popular), enriqueciéndolos con las lecciones de los grandes satíricos y novelistas picarescos del Siglo de Oro español (Quevedo a la cabeza), así como de los ironistas de la Ilustración y el liberalismo (Voltaire, sobre todo).
Mucho se ha escrito sobre las Tradiciones peruanas y la pretendida ideología que subyace detrás de la obra. Algunos han querido ver en el escritor un nostálgico del pasado colonial, y otros han sostenido que la ironía con la que describe dicho pasado esconde una crítica social. Al respecto el ensayista Luis Loayza ha sostenido en su libro El sol de Lima (1974) que "Al leer las Tradiciones se advierte que el autor era un hombre de su tiempo... El mundo de la colonia era, o pretendía ser, jerárquico: en las Tradiciones hay un sentimiento democrático, igualitario; se festeja el irrespeto ante la autoridad". En la actualidad, aun cuando sus méritos literarios sean materia de discusión, no se deja de reconocer el enorme impacto que tuvieron dentro de la narrativa hispanoamericana, gozando todavía de gran popularidad.
Ya la primera reunión de sus Tradiciones peruanas gozó, en efecto, de un éxito inmediato, refrendado por la enorme acogida que alcanzó dentro y fuera del Perú. Estuardo Núñez estudió su influencia decisiva en la narrativa hispanoamericana entre 1872 y 1940, como género que adelanta componentes del cuento y la novela del siglo XX. Fusionar el costumbrismo y el romanticismo era una tarea crucial, que se verificó en dos manifestaciones artísticas sobresalientes: la poesía gauchesca y la tradición palmista. No deja de ser sintomático, más que casual, que las dos obras cimeras de ambos procesos creadores, Martín Fierro (del argentino José Hernández) y Tradiciones peruanas, aparecieran el mismo año, 1872. En ellas palpitan ya rasgos de lo que serán la poesía novomundista y la narrativa del realismo "mágico" o "maravilloso", así como la reelaboración de la oralidad y de la óptica del pueblo, tan significativos en las letras hispanoamericanas del siglo XX.
La trascendencia de la obra de Ricardo Palma ha sido justamente destacada por la crítica. Luis Leal lo considera el mejor "cuentista" hispanoamericano de dicha centuria; para Estuardo Núñez fue el narrador hispanoamericano de mayor influencia a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Tal envergadura se vincula con la capacidad de Palma para asumir una tarea pendiente en las letras americanas: efectuar el tránsito de una literatura centrada en la tradición oral o de carácter ancilar a una literatura que va a ir privilegiando la modalidad escrita y la ficción.
 


CARNAVAL DEL CUSCO




Esta fiesta se festeja entre los meses de febrero y marzo, durante casi un mes las personas viven un ambiente colorido rodeados de danzas, talco, serpentinas y sobre todo mucha agua.


El carnaval inicia dos semanas antes de su día principal, un jueves para ser más exacto, a esta fecha se le conoce con el nombre de “Día de los Compadres”, aquí las mujeres festejan a sus compadres, agasajándolos con comidas y mofándose de ellos (manteniendo el respeto claro está), con muñecos elaborados de cartones y vestidos con ropas viejas, que resalten algunas características peculiares, dichos muñecos son colgados luego en lugares de mucha concurrencia para el deleite de los transeúntes. Del mismo modo al siguiente jueves en el “Día de las Comadres”, les toca a los varones, quienes realizan las mismas actividades.


En el día central, la celebración principal se realiza en la Plaza de Armas de la ciudad del Cusco, donde acuden diversas instituciones públicas como privadas quienes, a ritmo de danzas como el carnaval cusqueño, pandilla, entre otras y rodeados de personas del lugar así como visitantes gozan de esta festividad.
Bueno no podemos dejar de lado la gastronomía, en esta fecha el plato que reina en las mesas es el exquisito T’impu o Puchero elaborado a base de carne de cordero, camote, papa, zanahoria, duraznos, moraya, arroz, choclo y hoja de col; también se elabora el delicioso k’apchi de habas acompañado de zetas (un típico hongo de la serranía de nuestro Perú). Pero todo esto no quedaría perfecto si no se acompaña con la deliciosa frutillada, bebida elabora a base de chicha de jora, frutilla y canela.


Al siguiente domingo en su octava o comúnmente conocido como “remate de carvales”, se puede apreciar las Yunzas o cortamontes que son arboles colocados en las plazas y calles de la ciudad, adornados con regalos, globos y serpentinas, alrededor del cual bailan las personas, quienes en parejas de hombre y mujer, asestan golpes con hacha contra el árbol con la finalidad de derribarlo. Se dice que la pareja que derribe el árbol recibirá el cargo (responsabilidad) de organizar la fiesta para el siguiente año.
 




CARNAVAL DE CAJAMARCA



Durante todo el año, adultos, jóvenes y niños se preparan. Los mejores pasos de baile son practicados, los mejores disfraces son confeccionados para lucirse durante los tres días principales del gran carnaval cajamarquino.


Las danzas tradicionales son el "Cilulo", "La Carolina", "Cumbe-Cumbe" y "La Matarina", armonías que deleitan a la población mientras sus visitantes nacionales e internacionales bailan alrededor de la Unsha y se refrescan con los baldazos de agua y tragos de chicha de jora.
En esta fiesta se destaca el trabajo en equipo de cada barrio tradicional de Cajamarca. San Pedro, San Sebastián, Cumbemayo, La Merced, Dos de Mayo, San José y Pueblo Nuevo, dejan en libertad a sus patrullas y comparsas, con la misión de visitar cada rincón de la ciudad, bailando y mostrando sus coloridos disfraces.


HISTORIA:
El carnaval cajamarquino surgió en el año 1930, simplemente con la celebración de los carnavales, con los corsos de carros alegóricos acompañados de hermosas reinas de belleza que eran invitadas especialmente para la ocasión.
Poco a poco, con los años, el carnaval fue adquiriendo mayores características tradicionales y se empezaron a mezclar los mitos y leyendas con la realidad. De esta manera, la duración del carnaval fue extendiéndose, sobre todo porque a la par empezaron a celebrarse fiestas populares que implicaban el adorno de las calles y plazuelas.
Una de las principales tradiciones es el Bando de Carnaval, que se realiza ocho días antes de la fiesta y está encabezado por las principales autoridades de la ciudad y el comité organizador del carnaval.
Son tres los días centrales, usualmente sábado, domingo y lunes de la segunda semana de febrero. En el primer día, se celebra el  ingreso del Ño Carnavalón, mítico personaje representado por un hombre alto y longevo que será finalmente velado y enterrado en el último día de la festividad.


El Ño Carnavalón está acompañado además de otros personajes especiales. Quien muchas veces se lleva todas las miradas es el “Clon”, personaje que viste un enorme sombrero en forma de cucurucho, ropas anchas y llamativas y una careta hecha en base a alambre finamente tejido.


FIESTA SINFÍN:
Los días siguientes son de fiesta interminable. Decenas de carros alegóricos desfilan en todos los barrios, instituciones de danza y reinas de belleza se mezclan con las coplas y copas de los adultos cajamarquinos.
Precisamente algo que caracteriza a este carnaval son las improvisadas coplas y matarinas con versos pícaros y amorosos cantados por los abuelos sabios del lugar y también por aquellos jóvenes que se aventuran con las rimas y canciones.
También hay lugar para el desfile de trajes. Durante meses las escuelas de danza y lugareños confeccionan los más espectaculares disfraces de luces y color para ganar el concurso del carnaval cajamarquino. Los detalles y motivos harán al ganador.


Pero como toda fiesta, esta también tiene un final. El tercer día central ocurre el deceso y velorio del Ño Carnavalón. Las “viudas” vestidas de luto no se cansan de llorar sobre su ataúd colocado usualmente en el barrio de Santa Apolonia, mientras el pueblo sufre la pérdida consumiendo licor, cigarros y un tradicional caldo de cabeza.
Antes del entierro, en los Baños del Inca, se lee el testamento de este personaje. Este documento sirve para pasar un gracioso momento con todos los presentes. El Ño Carnavalón deja sarcásticos y pintorescos bienes a las autoridades y personajes conocidas del lugar. La risa invade las calles.
Así culmina el mega evento, lleno de emociones encontradas por la partida del personaje y de entusiasmo por la próxima fiesta, que debe ser mejor que la de este año.